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((**Es15.275**) Pero la oposición, ora bajo cuerda, ora manifiesta, no cesaba de molestarle. Llególe también el momento a monseñor Gastaldi, el cual se opuso a que se transfiriera la parroquia, quejándose de que no se le hubiera pedido el parecer antes que a nadie: que le correspondía a él designar las iglesias parroquiales y que, por tanto, ponía su veto. Tenía, en efecto, todas las razones y todos los derechos, pero el haber expuesto una opinión no era, ni mucho menos, invadirle su campo. Tanta publicidad obligó a Correnti a reunir el consejo de administración del hospital, rogando también a don Bosco que asistiera. Este se presentó acompañado del coadjutor Pelazza, que se quedó esperando en la antesala. Expuesto que hubo el programa a los presentes, quiso cada uno exponer su parecer sobre el modo más seguro para conseguir el dinero necesario. Intervinieron todos y don Bosco callaba. Por fin, impuso silencio Correnti y dijo: -Oigamos a don Bosco. Expuso entonces el Siervo de Dios cuanto había manifestado por escrito al Rey, demostrando que era de éxito seguro. Pusiéronle objeciones hasta que él, sonriendo, salió con esta propuesta: -Pues bien, yo diré cuál es el medio más expedito para obtener una suma extraordinaria. Invítese a todos los Caballeros de San Mauricio y San Lázaro y a todos los de la Corona de Italia 1 a que cada uno contribuya con diez o veinte liras. Se verá cómo todos aportarán con gusto, y íson tantos los Caballeros! Ante una salida tan original, todos rieron y se acabó la cuestión. Levantada la sesión, Correnti acompañó a don Bosco hasta la puerta, le besó la mano y se encomendó a sus oraciones. Pelazza, lleno de admiración al ver tales demostraciones ((**It15.313**)) de afecto en su personaje de tanta categoría, ya de regreso a casa, manifestó a don Bosco su maravilla. El Beato, por el camino, le respondió: -Correnti es un hombre de muy delicados sentimientos. Si no fuera porque está ligado a las sectas, haría mucho bien. Con todo, si en punto de muerte pudiera tener a su lado a don Bosco o a otro sacerdote, estoy seguro de que se confesaría. Correnti murió en Meina, ocho meses después de que don Bosco dejase la tierra. En sus últimos días, le visitaron monseñor Anzino, capellán de la Corte, y el párroco, a quien le hizo llamar. Solamente se vio que éste le administró la santa Unción 1. 1 Esta Orden de Caballería, instituida por Víctor-Manuel II en 1868, para conmemorar la anexión de Venecia a Italia, había sido agregada a la de san Mauricio. 1 Unit… Cattolica, 7 de octubre de 1888. (**Es15.275**))
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