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((**Es15.270**) buenas, acogido por don Bosco en sus amplios brazos, una vez que venció las primeras dificultades, se aficionó tanto al Oratorio que no se quiso alejar más de él. Se trata de don Pablo Ubaldi, salesiano, profesor de griego en la regias Universidades y al presente profesor muy apreciado en la Universidad Católica de Milán 1. ((**It15.306**)) P I S A Pisa llamó la atención de don Bosco en 1880. El padre jesuita, Emilio Pardocchi, que residía allí, estaba de paso por Lucca, precisamente cuando don Bosco daba la conferencia a los Cooperadores. Quiso asistir a ella y quedó muy impresionado con sus palabras. Sostuvo una conversación con él y le expuso tan al vivo las circunstancias religiosas de Pisa, infestada también por los protestantes, que el Siervo de Dios se mostró dispuesto a ir a fundar allí, y le encargó que hablara con el Arzobispo, monseñor Pablo Micaleff. Este, ya anciano y enfermo, al oír esto, levantó los ojos al cielo y exclamó: -íOjalá fuera verdad! Venga, venga don Bosco, no deseo más, y entonaré el Nunc dimittis. También al Vicario General, monseñor Ricci, le pareció tan bonito que no podía creerlo. Los Cooperadores de la ciudad, entre los que figuraba el profesor José Toniolo, que prestigió la cátedra de economía política, uniendo a su alta ciencia una extraordinaria piedad cristiana, empezaron a estudiar entre ellos el modo de apresurar tan fausto acontecimiento. La muerte del Arzobispo no detuvo la iniciativa, tanto más que su sustituto, monseñor Fernando Capponi, era del mismo parecer. Y se bajó al terreno de los hechos. En el barrio de Porta a Piagge había una casa llamada de los Ejercicios, con iglesia pública al lado y dedicada al apóstol Santiago: casa e iglesia se proyectaban para ser cedidas a don Bosco. Allí cerca tenían su convento las Salesas o Religiosas de la Visitación, las cuales no dejaban de rogar a don Bosco, con sus cartas, que enviara pronto a los Salesianos. En el mes de junio de 1883, el Arzobispo redactó un borrador de convenio detallado, que don Bosco no pudo aceptar porque el conjunto presentaba tan precario aspecto que, a pesar de toda la buena voluntad, no ofrecía suficiente garantía. ((**It15.307**)) El Siervo de Dios contempló después desde el cielo la entrada de 1 En junio de 1885, el pequeño Ubaldi, alumno del segundo curso de bachillerato, leyó en la fiesta dedicada a don Bosco, en su día onomástico, una composicioncita suya en griego; cuando fue a besarle la mano, se esperaba alguna palabra de felicitación y, en cambio, don Bosco le dijo: <<ívaya con el helenista! íCon el tiempo te haremos profesor de Universidad!>> (**Es15.270**))
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