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((**Es15.265**) a las necesidades de toda clase y a las innumerables llamadas, que se le hacen desde el viejo y el nuevo mundo>>. Y, por fin, concluía así: <>. Don Bosco fijó la pauta para responder, en estas líneas: a don Celestino Durando: <>. G I R G E N T I, A G I R A Y L E O N F O R T E Era Obispo de Girgenti, hoy Agrigento, monseñor Domingo Turano, el cual dio prueba de admirable constancia en su deseo de tener a los Salesianos. Refería, el año 1883, a don Bosco que, en una populosa ciudad marítima de la diócesis (debía tratarse de Sciacca), había una persona piadosa, la cual deseaba que don Bosco fundase un colegio privado con los cinco cursos de bachillerato para el que dedicaba una renta de cuatro mil liras; poco después propuso la apertura de una casa de las Hijas de María Auxiliadora en la misma ciudad; al año siguiente, se conformaba con dos salesianos, ((**It15.300**)) que organizasen allí mismo una escuela elemental privada. A pesar de las tres negativas, el buen Obispo, siempre en nombre de la citada persona, dispuesta a comprar y ceder una casa con este fin, se contentaba con un salesiano y un coadjutor para montar un primero o segundo de bachillerato. En su pensamiento debía abrigar la idea de que, conseguido uno, sería fácil lograr los demás. Pero las condiciones propuestas se apoyaban sobre la arena de meras posibilidades futuras. Cuando llegó a la sede de Agrigento el hermano del obispo de Noto, monseñor Cayetano Blandini, se encaró con el problema de la reorganización de un colegio de la ciudad, el colegio Gioeni, así llamado por el nombre del obispo que lo había fundado. Estaba destinado a la formación de aprendices, pero, al secularizarse, se convirtió en un antro de desórdenes tal, que la autoridad estaba a punto de cerrarlo. El Obispo esperaba que los salesianos remediarían tanto mal, pero, una vez realizada la transformación del centro, todos los buenos deseos se estrellaron contra extrañas influencias. Para decirlo todo, la cuestión volvió a aparecer mucho más tarde: el primer inspector salesiano de Sicilia, don José Bertello, quiso patrocinar la aceptación, ya que nada se compaginaba mejor con la institución salesiana que una (**Es15.265**))
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