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((**Es15.166**) para denigrar a don Bosco en los periódicos, con octavillas y de viva voz? Mas la justicia de Dios no dejó impune la maldad. Cuatro periodistas, que se habían prestado al triste juego, fueron condenados a tres y a siete años de prisión por chantaje, ya que amenazaron a algunos ciudadanos con revelar secretos a su cargo, si no desembolsaban una cantidad de dinero. El mismo autor de todo este escándalo acabó mal sus días, porque debió sufrir un proceso infamante y, por último, murió sin sacramentos. Casi como para levantar los ánimos a don Bosco, a fin de que el peso de tantas contrariedades, pequeñas y grandes, no lo amilanaran, diríamos que el cielo descendía de cuando en cuando, hasta en forma de ilustraciones sobrenaturales, que le confirmaban en la alentadora seguridad de la misión que se le había confiado de lo alto. En el mes de septiembre tuvo uno de sus sueños más importantes, en el que se le presentó el porvenir de la Congregación y su extraordinario desarrollo; al mismo tiempo se le daban a conocer los peligros que amenazarían destruirla si no se procedía con prudencia a la conjura de los mismos. Las cosas que vio y oyó le impresionaron de tal manera, que no se contentó con exponerlas de palabra, sino que también las consignó por escrito. El original se perdió, pero han llegado hasta nosotros numerosas copias que concuerdan maravillosamente. ((**It15.183**)) Spiritus Sancti gratia illuminet sensus et corda nostra. Amen. (La gracia del Espíritu Santo ilumine nuestros sentidos y nuestros corazones. Así sea). Para enseñanza de la Pía Sociedad Salesiana. El 10 de septiembre del corriente año de 1881, día que la Iglesia consagra al glorioso nombre de María, estaban los Salesianos de Ejercicios Espirituales, en San Benigno Canavese. En la noche del 10 al 11, mientras dormía, creí hallarme paseando en una gran sala, magníficamente adornada, con los Directores de nuestras casas, cuando apareció entre nosotros un hombre de tan majestuoso aspecto que no podíamos fijar en él la mirada. Habiéndonos observado en silencio, se puso a caminar a poca distancia nuestra. El personaje estaba vestido de la siguiente manera: Un rico manto le cubría el cuerpo a manera de capa. En la parte más cercana al cuello llevaba una banda anudada por delante, con una cinta que le caía sobre el pecho. En la banda se leía escrito con brillantes caracteres: Salesianorum Societas, anno 1881, y en la cinta: Qualis esse debet. Lo que apenas nos permitía mirar al Augusto personaje, eran diez diamantes de tamaño y esplendor extraordinarios. Tres de estos diamantes los tenía sobre el pecho. (**Es15.166**))
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