Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es15.136**) señora, haciendo de tripas corazón, dijo a su marido que había visto a don Bosco, el cual le había prometido que rezaría por toda la familia y que le ofrecía aquella medalla. Entonces él, enrojeciéndosele el rostro, exclamó: ->>Una medalla? Y así diciendo salió del comedor y se retiró a su habitación. La mujer, llena de terror, lo siguió. El marido, al encontrarse cara a cara con ella, se echó a llorar, dijo que ya era tiempo de acabar, la abrazó y prometió que, en adelante, sería otro. Al día siguiente, con estupor de cuantos les conocían, fueron juntos a misa; en suma, la paz había vuelto a aquella casa. Don Pablo Albera aseguraba por propia experiencia la eficacia de la sugerencia dada por don Bosco. De la correspondencia ya referida se desprende claramente que, si esta vez, quiso don Bosco por compañero de viaje a Roma a don Miguel Rúa, tuvo sus buenos motivos. El más importante se relacionaba con la iglesia del Sagrado Corazón. Había que conocer los contratos estipulados por la administración anterior con los proveedores, entenderse con los arquitectos, examinar los planos del colegio, estudiar todos los medios para conseguir el dinero necesario: trabajo inmenso en el que don Miguel Rúa le ayudaría eficazmente, de modo que le dejase en libertad para atender otros asuntos. Y, entre éstos, ocupaban primer lugar los trámites para conseguir los privilegios y acabar la voluminosa cuestión de don Juan Bonetti con los asuntos de Chieri 1. Sentimos, sin embargo, que el conjunto de informaciones recogidas acá y allá no ((**It15.147**)) sea proporcionada al cúmulo de asuntos que don Bosco trató; más aún, hasta nos faltan noticias de cosas que no tenían por qué quedar envueltas en la sombra de un prudencial silencio. El único informador debería haber sido don Miguel Rúa, pero sólo tenemos una carta suya y tres cartitas telegráficas para don José Lazzero. Evidentemente andaba preocupado con otros cuidados muy distintos de los de enviar noticias a Turín. Hicieron una parada de tres días completos en Florencia, a donde llegaron al anochecer del 16 de abril, vigilia de la Pascua. Desde el 4 de marzo vivía allí don Faustino Confortóla, en la calle Cimabue, en una humilde casita 2, a la que procuraba atraer el mayor número posible de muchachos para el catecismo diario y el oratorio festivo. La casa era tan pequeña que no tenía espacio para albergar a nadie; así que don Bosco siguió aprovechando la hospitalidad que le había ofrecido la 1 Véase M. B. Vol. XIV, pág. 203. 2 Todavía puede verse, en el número 31. (**Es15.136**))
<Anterior: 15. 135><Siguiente: 15. 137>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com