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((**Es14.98**) -Me alegro, dijo, en tan hermosa ocasión de poder saludar al señor Benedicto Pel…, Caballero de la Orden de San Silvestre. El Padre Santo lo ha condecorado con estas honrosas insignias, para darle una prueba de su pontificio agradecimiento por todo lo que está haciendo en favor del nuevo colegio salesiano y por el bien de la juventud cristiana. Los convidados estaban vivamente emocionados y el señor Pel… lloraba de consuelo. No podía imaginarse una fiesta más cordial y más alegre 1. Desde allí pasó el Beato al colegio. La caridad del señor Benedicto había pensado en todo, incluso en los visillos para las habitaciones que le habían destinado, pues los quería algo oscuros por causa de la vista. Al día siguiente, fue a visitarlo con su amigo, Antonio Venturini, y sacando del bolsillo un título de la deuda pública de ocho mil liras prestadas a don Antonio Sala, le rogó lo aceptara como un obsequio, que quería hacerle, declarándose siempre dispuesto a cualquier gasto con tal de ver pronto el local plenamente arreglado para satisfacer las exigencias de un internado salesiano. El caballero fue siempre un verdadero padre para el colegio Manfredini. Vive en Este un nieto del mencionado señor Antonio Venturini, el doctor Francisco del mismo apellido, alumno del colegio desde 1878 a 1886 que asegura un hecho extraordinario acaecido por entonces en su casa. Su madre estaba enferma de metrorragia grave por vegetaciones de la mucosa uterina. El médico de cabecera Zannini y los cirujanos Morroni de Monsélice y Sommariva de Este estuvieron de acuerdo ((**It14.106**)) en calificar de grave el estado de la enferma. La familia pidió también el parecer del profesor Vanzetti, de la real Universidad de Padua, que opinó como los otros y emitió claramente un juicio desesperado, confirmado, además, por el gran desgaste orgánico. El padre del marido rogó a don Bosco en el segundo día de permanencia en Este que pasara por su casa. Condescendió el Beato. Le llevaron a la presencia de la enferma y le preguntó si tenía confianza en María Auxiliadora. Conmovida ella contestó que tenía muchísima. Don Bosco le entregó una estampa de María Auxiliadora, para que la colocara bajo la almohada y le invitó a rezar con él una Avemaría; después le dio la bendición y, asegurándole que la Virgen le obtendría la curación, se despidió. En efecto, a los pocos días la señora volvió a 1 Los Breves para esta y otras condecoraciones no llegaron hasta julio (véase apéndice, doc. núm. 13).(**Es14.98**))
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