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((**Es14.72**) dos tercios, a los bolsillos de ciertos administradores. Don Bosco, como de costumbre, aceptó en general sin llegar a detalles, pero poniendo como primera cosa y ante todo tres condiciones preliminares, a saber: plena libertad para todo lo concerniente a la disciplina interna o que se refiriese a ella; retirada total de gente extraña, pues se habían establecido en aquellos locales numerosas familias; mano libre sobre los dos tercios de las rentas. El Príncipe, que abrigaba óptimas intenciones, dijo que reuniría en seguida a la Comisión y, si se llegaba a un acuerdo, le comunicaría la respuesta. Don Bosco hizo que le enviaran desde Turín un ejemplar del Reglamento interno del Oratorio. Pasó un mes y los señores de la administración seguían discutiendo. Se podía fácilmente prever que la buena ((**It14.75**)) voluntad del Presidente no lograría salirse con la suya; lo cierto es que la respuesta no llegó. Mientras tanto don Bosco trabajaba en ultimar una relación sobre el estado moral y material de la Sociedad Salesiana para presentarla a la Santa Sede; pero ahora no decimos nada, porque tendremos que hablar con más sosiego de ello, en adelante. No satisfecho con esta relación general informativa a la Santa Sede, presentó otras dos particulares al Cardenal Secretario de Estado, con el fin explícito de obtener recursos. En la primera enumeraba los esfuerzos, que habían realizado los Salesianos, especialmente en Turín, en La Spezia y en Vallecrosia, para contrarrestar las maniobras protestantes, mas, para asegurar y aumentar el bien allí comenzado, se necesitaban poderosos medios materiales y morales, tanto más que en los tres lugares había que levantar iglesias y colegios. La propaganda protestante daba entonces gran trabajo a los italianos. La libertad concedida por las leyes había desencadenado en Italia una invasión de emisarios evangélicos, que no conocían freno alguno. Por algo don Bosco, entre las obras de caridad consignadas en las Reglas de la Sociedad Salesiana, había introducido poner un dique a la herejía; él veía por desgracia de cuántas maneras intentaba ésta insinuarse entre los rudos e ignorantes. En la ciudad de los Papas, a través de la brecha de Porta Pía, la ola protestante irrumpió impetuosa y se extendió. Poco faltó para que los protestantes no se instalasen en la iglesia de los se tiraron los platos con la comida, como acto de protesta. Este género de protesta se ha manifestado incluso dentro de los locales de la Comisión, con su correspondiente lanzamiento, desde luego no de confites. Y todo esto fue coreado por vandálicos actos de puertas y paredes intencionadamente destrozadas. Hay mas. Durante cinco días seguidos estalló una violenta rebelión con pedradas y rotura de mas de veinte lunas de cristal>>. Y mas abajo el diario deplora que la obra del director Lovatelli tuviera como resultado <>.(**Es14.72**))
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