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((**Es14.630**) Las razones alegadas para motivar el decreto de cierre de las escuelas son de una infantilidad rayana en el absurdo. El Sr. Coppino y su inspirador, el doctor G. Rho, han pretendido, en primer lugar, que los maestros, encargados por don Bosco de la educación de sus muchachos, no tenían el título oficial, exigido por el Estado. Inmediatamente don Bosco contrató a cuatro profesores de la Universidad. ((**It14.737**)) Esta solución no satisfizo a los enemigos de don Bosco. El doctor G. Rho alegó haber visitado la escuela, sin encontrar más que suplentes no diplomados. De este modo, para este personaje, no le está permitido a un profesor hacerse reemplazar en clase por un suplente. Es, como ustedes dicen en Francia, el colmo de la necedad y de la mala fe. Así actúa este señor Coppino, que conoció en su niñez las angustias de la miseria y que todo se lo debe a un miembro del clero; y el señor Rho, que ha adquirido a través de los sacerdotes la ciencia que le ha hecho todo lo que hoy es: dos hombres que no tienen más objetivo que la destrucción de las escuelas del Instituto de caridad, fundado por don Bosco. Ellos desean, muy alegremente, que este venerable sacerdote lance a la calle a más de trescientos muchachos, privados de todo apoyo. Y hay, entre ellos, al menos sesenta que le han sido recomendados por el gobierno. Don Bosco se ha dirigido al rey Humberto, apelando a los buenos sentimientos de la antigua y católica casa de Saboya. Su Majestad ha ordenado remitir, recomendándolo, el recurso de don Bosco al Ministerio de Instrucción pública. El Sr. Coppino, a punto de cesar en el ministerio, se atrevió a declarar que, aún tomando en consideración la recomendación real, íno podía eludir el cumplimiento de la ley! Una tremenda polémica se ha desencadenado por este motivo en las publicaciones católicas italianas. No hay que olvidar que, de acuerdo con la ley Casati, un instituto privado no puede ser cerrado, si no es por motivos muy graves contra la moral. Ahora bien, el instituto del doctor Bosco no ha sido considerado, desde que existe, más que como un centro de beneficencia. Sus escuelas son gratuitas. Y así está el asunto a la espera de que el decreto Coppino sea retirado. Don Bosco sigue tranquilo: la fe cristiana no le abandona jamás. Como apóstol de la caridad, pone su confianza en la divina Providencia, que le ha permitido siempre socorrer y educar a esos pobres muchachos. E. PRINCIPI 30 Cartas de José Allievo a don Celestino Durando A MINISTERIO DE INSTRUCCION PUBLICA Queridísimo amigo: He recibido tu amabilísima carta y la de Pelazza y creo que lo mejor es que vuestra cuestión sea elevada al Consejo de Estado; el señor Viale me habló hoy de ello (**Es14.630**))
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