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((**Es14.627**) 28 Indole de la casa de don Bosco (Il Risorgimento, 10 de agosto de 1878) Hace ya varios días que se habla, en diversos periódicos, del cierre de las escuelas de don Bosco, por falta de maestros titulados. Cada uno anda discutiendo acerca de la legalidad de semejante medida. A tenor de la ley, la cual, distinguiendo la enseñanza secundaria en pública, privada, paterna y de caridad, prescribe, para los dos primeros casos, maestros titulados con la facultad de hacerse suplir por maestros aún no titulados, dejando libres de todo vínculo a las otras. Pero, en ningún diario apareció hasta ahora suficientemente explicada la verdadera índole de la casa de que se trata, para poder formarse un criterio justo sobre la legalidad del cierre y la gravedad de sus consecuencias. El fin primario de la casa de don Bosco, en su origen, era un asilo de niños pobres abandonados, para educarlos moralmente, darles la enseñanza primaria y hacerles aprender una profesión, un oficio y devolverlos, de mayores, a la sociedad con buenas costumbres, útiles para sí mismos y para la sociedad. Este asilo logró muy pronto, por sus grandes beneficios, el aplauso del público, de modo que muchos padres, los ayuntamientos, el gobierno, la sociedad de ferrocarriles fueron enviando a don Bosco un gran número de niños, no solamente de absoluta pobreza, si no también otros cuya familia estaba en condiciones de pagar una pensión proporcionada a sus propias fuerzas, para que aprendiesen allí, no sólo oficios, sino también profesiones literarias. Ante aquel extraordinario desarrollo de su asilo comprendió don Bosco que era necesario dividir a los alumnos en dos secciones, a saber, aprendices pobres y estudiantes que pagaban una pensión. Fundó para éstos colegios a propósito, como los de Lanzo, Varazze, Alassio y muchos otros; los cuales, comprendidos, como es razón, en el número de institutos privados, tuvieron y siguen teniendo, todos ellos, profesores titulados. Los aprendices pobres, que actualmente han alcanzado el considerable número de ochocientos sesenta, quedaron en el primer asilo de Valdocco en Turín, el cual siguió conservando su índole de paterna caridad. Y como quiera que, entre tantos muchachos pobres, siempre hay muchos dotados de aptitud e inclinación extraordinaria para los estudios, creyóse en el paternal deber de proporcionarles un medio para poder aprovechar su propia aptitud, ((**It14.734**)) impartiendo en este asilo la enseñanza secundaria clásica (el bachillerato), para proveer también, por este medio, de buenos alumnos cajistas a la tipografía, abierta ya hace muchos años en el asilo; pero con esto nunca creyó don Bosco, ni tampoco la autoridad escolar, que se cambiaba la índole del asilo. En efecto, todos los ministerios pasados, lo mismo de derecha que de izquierda, siguieron considerando el centro como una obra de caridad paternal, y la Casa Real y el Gobierno le prestaron todas las formas posibles de apoyo y de ayuda. Sólo durante el ministerio Coppino y durante la delegación Rho, se quiso cambiar la manera de juzgarlo; se le quiso considerar como un instituto de especulación privada, subordinado, por ende, a lo dispuesto por la ley con relación a los profesores titulados. Inmediatamente se esforzó don Bosco por hacer comprender el error; pero, al ver la insistencia de la autoridad escolar en exigir, no obstante todas las razones aducidas, la rigurosa aplicación de la ley también en este asilo de caridad paterna, don Bosco, (**Es14.627**))
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