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((**Es14.624**) Delegado no fuera de este parecer, allá él. Pero, si yo he empleado un lenguaje inconveniente, deje que lo digan otros, dígnese siquiera demostrarlo. íUn funcionario público, que lanza semejantes acusaciones contra un hombre venerando y benemérito, fundándose en falsos supuestos o ridículos pretextos, lleva a mal que yo, después de demostrar sus culpas, haga alusión, como de refilón, a las consecuencias que de ellas pudiesen inferirse! -El señor Rho dice dar de lado a ciertas consideraciones, que lo llevarían a concluir, etc. íY reprocha después mis reticencias! Ponga a la vista estas consideraciones para que las podamos ver y discutir. El señor Delegado dice que se conformará con rectificar algunas afirmaciones y ciertos hechos que se refieren a él y que el reverendo Bertello se ha permitido exponer muy inexactamente por no decir otra cosa peor. Las afirmaciones se rechazan fácilmente con negaciones; en cuanto a los hechos, estoy conforme con aceptar las rectificaciones del señor Delegado, si no van a ser desfiguraciones; pero, en mis cartas, había otra cosa más, en la que no para mientes el señor Rho; y precisamente sobre esto quiero llamar su atención. La primera carta del reverendo Bertello no contiene nada digno de nota... y ívamos adelante a galope! De veras que yo no creía ((**It14.730**)) haberme cansado tanto inútilmente y algunas personas sensatas, que leyeron la carta, pensaron que habían encontrado en ella algunas cosas buenas y oportunas; y, sin embargo, el señor Delegado se despacha diciendo: no tiene nada digno de nota. Volvamos a ella un momento. Yo decía que me parecía se podían reducir a tres puntos las defensas del señor Rho: -El centro de don Bosco es un instituto de enseñanza privada y no una casa de enseñanza paternal (estas son las palabras de Rho); este centro carecía el año pasado de profesores titulados; a don Bosco le conviene la mala fama, etc. -El primer punto era el tema de la primera carta. Ahora bien, para que pueda afirmarse que aquella carta no contenía nada digno de nota, es preciso que la afirmación antes dicha sea cosa de escasa importancia en el artículo del señor Delegado o que las observaciones que yo hice al respecto no merecen consideración alguna. Veamos antes esta segunda parte del dilema. Yo dividía en dos la afirmación del señor Delegado: 1.° el Centro de don Bosco no es una casa de enseñanza paternal; 2.° es un instituto privado. Contra la primera parte aducía dos razones: 1.¦ bien considerada la naturaleza de las cosas, el centro de don Bosco puede colocarse dentro del género de los institutos paternales; 2.¦ durante treinta años los que estuvieron al frente de la enseñanza en el Piamonte lo consideraron como tal y le aplicaron las leyes de los institutos paternos. Contra la segunda parte, observaba yo: 1.° que la razón aducida por el señor Delegado, para confirmarla, no era válida; 2.° que para establecer un instituto privado se requieren, según la ley Casati, ciertas formalidades, que don Bosco nunca cumplió con respecto al Oratorio de San Francisco de Sales. Si estas razones no son de ningún peso, no merecen una palabra de respuesta, lo dejo al juicio de cualquier persona que tenga un adarme de sensatez. >>Será acaso verdadero lo otro, a saber, que dicha afirmación no cuenta nada en el artículo del señor Delegado? Entonces >>por qué publicarla, repetirla una y otra vez y cansarse tanto para demostrarla? Además, si no tiene importancia para él, para mí tiene mucha más. Fundado en las razones aducidas, entiendo que la de don Bosco es una casa de enseñanza paternal, y discurro así: Esta casa, según la ley, debe estar libre de todo vínculo de inspección por parte del Estado (art. 251); y por consiguiente: 1.° el señor Rho ha violado el domicilio de don Bosco, al presentarse como real Delegado a visitar las escuelas; 2.° cuando él y sus colegas se pusieron a molestar a don Bosco a (**Es14.624**))
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