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((**Es14.569**) no sólo lo que se le pedía, sino que quiso extender de su puño y letra todo el documento correspondiente 1 y en términos sumamente benévolos para don Bosco, a quien había conocido personalmente en el Oratorio el año 1875 2. La casa fue inaugurada el 8 de noviembre de 1882 por don Moisés Veronesi, como director. ((**It14.668**)) La imposibilidad de establecer en aquellos lugares una escuela agrícola obligó más adelante a cambiar el fin del Instituto, que todavía es muy floreciente. En el año 1880 comenzó, desde Oporto, un carteo, que continuó mucho tiempo, para una fundación. En aquella ciudad, la segunda en importancia de Portugal, lamentaban de corazón los mejores eclesiásticos las míseras condiciones religiosas en que se encontraba el pueblo. Los protestantes, favorecidos por la ignorancia, hacían en él daños incalculables. Para poner una barrera al crecimiento del mal, un grupo de sacerdotes había recogido limosnas y abierto unas escuelas católicas, cuyo fruto no tardó en verse, pero era un fruto poco duradero. Los jóvenes, salidos de ellas, se colocaban para aprender un oficio en ambientes donde se respiraba la irreligión y la inmoralidad, de suerte que muy pronto perdían todo lo bueno que habían aprendido. Uno de aquellos sacerdotes, distinguido por su nobleza de sangre y por su celo sacerdotal, Sebastián Leite de Vasconcellos, más tarde Obispo de Beja, meditaba cómo fundar un establecimiento adonde pasaran los muchachos de las escuelas católicas para aprender un oficio que los capacitase para llegar a ser en su día buenos obreros cristianos. Ahora bien, mientras él discurría cómo realizar su proyecto, organizando los Talleres de San José, tuvo noticias de don Bosco y de sus escuelas profesionales. Le escribió inmediatamente, suplicándole, en nombre del Sagrado Corazón de Jesús, que le enviase, por lo menos, tres Salesianos para abrir los talleres de sastrería, zapatería y carpintería. íCuántas cartas más escribió a don Bosco desde aquella primera! Le contestaba don Celestino Durando y la respuesta, aunque expresada en diversas formas, era invariablemente la misma: que no era posible entonces por falta de personal, pero que esperase hasta poder satisfacer sus deseos más tarde. Conmueve leer las vehementes páginas que el buen sacerdote escribía, tan pronto como le parecía percibir en alguna frase un rayo de esperanza. Creyendo abrir brecha más fácilmente en el ánimo de los ((**It14.669**)) Superiores de Turín, consiguió una autorizada recomendación del 1 Véase; Apéndice, Doc. número 78. 2 Véase: Vol. XI, pág. 277. (**Es14.569**))
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