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((**Es14.505**) la cabeza. Preguntado entonces por un eminente personaje dónde pensaba encontrar los medios, en tiempos tan críticos y anormales, contestó: -En la Providencia. A lo que aquél replicó, preguntando si era un privilegio suyo tener la Providencia a su disposición. Y don Bosco respondió: -Gracias a Dios, nunca nos ha faltado 1. En efecto, como veremos, gastó dos millones para la iglesia y uno y medio para el colegio, cantidades muy considerables para aquellos tiempos. Pero es un deber añadir que no tentó a la Providencia, sino que también buscó cuanto pudo. Son increíbles las molestias, trabajos y sufrimientos, a que se sometió para cumplir el deseo del Pontífice; trabajos y sufrimientos que, en frase de don Francisco Cerruti, testimonio de los mismos, le acortaron la vida 2. Por todos estos motivos, llevada a buen término la gran obra, León XIII, algún tiempo después de la muerte del Siervo de Dios, dijo a su sucesor: -íFue verdaderamente una idea feliz la de confiar a don Bosco la erección de la iglesia del Corazón de Jesús en el Castro Pretorio! 3. Pero don Bosco miraba lejos. Nuestro monseñor Juan Marenco recordaba una misteriosa palabra suya, ((**It14.592**)) que el tiempo no debe enterrar en el olvido. El mismo día en que aceptó el costosísimo ofrecimiento, el Beato le preguntó: ->>Sabes por qué hemos aceptado la casa de Roma? -Yo no, respondió aquél. -Pues bien, escucha. La hemos aceptado porque cuando el Papa sea lo que ahora no es y como debe ser, pondremos en nuestra casa la estación central para evangelizar la comarca romana. Será una obra tan importante como la de evangelizar la Patagonia. Entonces los Salesianos serán conocidos y resplandecerá su gloria. >>Encerraban un vaticinio estas palabras? Por de pronto el Papa no es hoy día lo que entonces era, sino como debe ser. En cuanto a lo demás, el tiempo dará la respuesta. Pero, sea ello un vaticinio o no, resplandece aquí de todos modos un rayo del celo que ardía perennemente en el corazón de nuestro Padre, que ponía manos a unas empresas, mientras acariciaba otras. 1 L.c., número VI, De heroica spe. & 135 (testigo, don Francisco Dalmazzo). 2 L.c., número III, De operibus ac fundationibus, & 67. 3 L.c., número VI, De heroica spe, & 13 (testigo, don Miguel Rúa). (**Es14.505**))
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