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((**Es14.497**)de la iglesia, pero en el indicado proyecto tomaba la cosa una forma más concreta. El presidente Acquaderni preguntó, pues, al Beato si estaba dispuesto a aceptar la propuesta 1. Don Bosco, a juzgar por una nota que escribió en la carta del Conde, contestó que la aceptaba en el sentido expresado por el Cardenal Vicario. Hemos hecho inútiles indagaciones en Bolonia para saber el éxito de la cuestión, mas, por el sentido de la respuesta encubierta en la mencionada nota, nos parece verosímil que don Bosco, para librarse de inevitables complicaciones de extrañas ingerencias, dejó desvanecerse aquella idea. Entre tanto, mientras en Turín se elaboraba un esquema de convenio, para enviar a Roma, don Bosco se apresuró a comprar un trozo de terreno colindante con el primero, en el que existía una casita en el extremo opuesto, donde hoy hace esquina el colegio con la calle Marsala y la calle Marghera. Pagó por todo cuarenta y nueve mil quinientas liras. Aquella casita de dos pisos fue la primera residencia de los Salesianos durante el tiempo de la construcción. La finalidad de don Bosco, al ampliar de este modo el terreno edificable, era la de tener espacio para la prolongación de la iglesia y la construcción del colegio. Ignoraba que con ello hacía fracasar las intrigas de los protestantes que pretendían levantar allí un templo; pero lo sabía muy bien el Cardenal Vicario, que se alegró muchísimo con la compra 2. Su Eminencia no se mostró tan flexible para la ampliación de la iglesia; sentíase tal vez ((**It14.583**)) ligado todavía a la suerte de la empresa y temía un segundo fracaso. Necesitóse Dios y ayuda para convencerlo; por fin, la resuelta intervención del arquitecto logró vencer su oposición 3. Cuáles eran los sentimientos de don Bosco en aquellos comienzos y a qué expedientes económicos recurrió en un principio para hacer frente a los enormes gastos, nos lo dicen tres cartas, que escribió al Procurador general. Téngase en cuenta que los terrenos dichos, pertenecían 1 Carta del Conde a don Bosco, Bolonia, día 1.° de junio de 1880. 2 Carta de don Francisco Dalmazzo a don Bosco, Roma, 14 de junio de 1880: <>. Don Francisco Dalmazzo habría podido añadir que el padre Ludovico había ido a Roma desde Napoles la tarde anterior con el Padre Buenaventura, su primer sucesor, precisamente para hacer aquella compra y que se encontraron en las escaleras del Banco Tiberino, mientras nuestro Procurador bajaba después de haber resuelto el asunto. Como se conocían, se detuvieron, se saludaron, hablaron de don Bosco y regresaron juntos. El santo hijo de san Francisco, dichoso por haber sido conjurado el peligro, al día siguiente, tomó otra vez el tren para Napoles (Véase el artículo del padre Clemente Perniciaro, superior General de los Frailes Menores en Momento, 29 de marzo de 1929). 3 Dejando intacta la anchura de la iglesia, se añadieron a los treinta y cinco metros de la longitud anterior, once metros para dos nuevos arcos y dieciocho mas para el abside. (**Es14.497**))
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