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((**Es14.470**) la casa era del parecer de que se hiciesen abrigos nuevos a todos los clérigos y que colocaran unos visillos en las ventanas de las habitaciones personales. El prefecto, don Luis Nai, que, entre las insistencias del Hermano y la pobreza de la casa, no sabía a qué carta quedarse, habló de ello a don Bosco, que había ido a visitar la casa. El Siervo de Dios se mostró muy disgustado y le contestó: -Esta tarde daré una conferencia al personal. Reunidos los superiores en la biblioteca, habló de la pobreza en el vestir y en el mobiliario de las habitaciones, con un lenguaje fuerte y tajante. Parecióle a aquel superior que había excesiva severidad en lo oído, así que, cuando don Bosco acabó su platica, e invitó a los presentes a hacer las observaciones que creyeren oportunas, dijo que no debían separarse el decoro y la pobreza. Y el Beato, suavemente, pero con resolución, replicó: -El decoro del religioso es la pobreza. Estaba entre los asistentes a la conferencia el clérigo Felipe Rinaldi, el cual, hablando a los Hermanos del Oratorio en diciembre de 1930, con ocasión del ejercicio de la buena muerte, recordó el hecho y dijo entonces había pensado para sí que ni la pobreza de los capuchinos y de las órdenes mendicantes era tan rígida como la que don Bosco quería. El mismo don Felipe Rinaldi observó que don Bosco había hablado de esta manera ((**It14.550**)) de la pobreza, precisamente cuando destinaba para sus escuelas de tipografía los locales mas grandiosos que existían en Turín para establecimientos del ramo y construía el magnífico colegio junto a la iglesia de San Juan Evangelista. Esta coincidencia sugirió a don Felipe Rinaldi la idea de una necesaria distinción. -No debemos, dijo, confundir la pobreza interior de los Salesianos y la pobreza personal de cada uno, con las necesidades de la Obra Salesiana externa, las cuales exigen que don Bosco esté siempre a la vanguardia del progreso, según la expresión empleada por él con el futuro Pío XI. * * * En una sesión del Capítulo Superior para la admisión al noviciado o a los votos, don Bosco propuso y resolvió tres casos importantes. Primer caso. Se presenta un joven que pide ser admitido al noviciado. El pobrecito ha pasado por una cadena de desgracias hasta el tiempo de los ejercicios espirituales; pero entonces se muestra muy decidido a vivir bien. (**Es14.470**))
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