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((**Es14.420**) Dos viejos amigos de don Bosco, el marqués Massoni y el señor Burlamacchi, habían comprado una casita en Viareggio con la intención de cederla a los Salesianos, para que atendiesen a la juventud, allí muy abandonada; esperábanle, pues, para que viera y decidiera. Don Bosco accedió a su deseo; pero no sabemos qué se concertó allá. Conocemos sólo una circunstancia, que demuestra cuánto estimaban a don Bosco los que le trataban de cerca. La señora Burlamacchi, después de saludarle, le llevó a una habitación del piso superior, despidió a todos los forasteros, se retiró ella misma, e hizo que pasaran a verle uno a uno todos los de la familia, para que oyeran de sus labios una buena palabra y recibieran su bendición. Aquella tarde salió para La Spezia. Aquí fueron huéspedes del ya mencionado señor Bruschi, ya que no era posible preparar dos habitaciones en la pequeña vivienda alquilada por los Salesianos. Don Bosco, convencido ante la evidencia de la necesidad de locales más amplios y más en consonancia con el desarrollo que pensaba dar a la obra, quiso decididamente que el director, don Angel Rocca, se ingeniase para buscar los medios con que se pudiese levantar desde los cimientos un edificio capaz de admitir sucesivas ampliaciones. Hay que decir, en honor a la verdad, que los comienzos fueron muy poco halagüeños; las circulares, visitas y conferencias de don Angel Rocca no hicieron mucha ((**It14.491**)) mella en la población de La Spezia de entonces. Pero don Bosco, que tenía sus buenas razones para no estar allí como un arrendatario más, no se desanimó. Bastóle por el momento que, con el escaso dinero recogido, se echasen los cimientos de una casita; el resto vendría después, como de hecho vino. Para no tener que volver más sobre este principio de ampliación, cuyos cimientos se colocaron el 16 de agosto, añadiremos aquí mismo un detalle. Apenas comenzadas las obras, don Bosco tuvo que enviar al Cardenal Protector una relación, en la que describía los progresos que la Congregación iba haciendo por todas partes, el bien realizado por la misma y los favores espirituales que las poblaciones recibían del celo de los Salesianos. De ahí aprovechó la ocasión para presentar Muy querido don Rafael Cianetto: 1.° Rezaré y mandaré rezar con mucho gusto por las religiosas Dominicas, a quienes Dios confía esa cruz. 2.° Cruz no pequeña es la que lleva la joven semiposesa. Dios la bendiga y la ayude. 3.° Rece por mí, que soy en J. C. su, Turín, 3 de julio de 1880 Afmo. amigo JUAN BOSCO, Pbro. (**Es14.420**))
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