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((**Es14.289**) ayuntamiento tenía con el Gobierno, conforme a lo establecido en el acta de sucesión; 2.¦ Establecer en el edificio un centro de ((**It14.333**)) educación elemental en favor de la población, y 3.¦ Asumir los compromisos, que el ayuntamiento tenía entonces con los maestros de las escuelas elementales. Aquí se pone de relieve, como lo pedía el contrato, sólo la parte del uso, que interesaba al ayuntamiento, sin mencionar la otra, que más interesaba a don Bosco, pero que no convenía hacer patente antes de tiempo. Sin embargo, su idea quedaba suficientemente clara con la frase <>, del que nacían naturalmente las escuelas elementales. Una vez bien encaminadas las cosas, habló de ello claramente en la citada circular del 1880 a los Cooperadores, en la que, después de presentar la nueva casa <>, añadía: <>. Son intuitivas las razones de cautela, que le aconsejaban evitar cualquier mención de noviciado religioso. Por otra parte, el ayuntamiento se aprovechaba dejando mano libre a don Bosco, pues éste enriquecía al pueblo con una institución útil y libraba a la caja municipal de gravosas obligaciones. La promesa, y después presencia, de aprendices en la casa no servía sólo de pantalla. En efecto, el director, don Julio Barberis, inmediatamente después de la toma de posesión difundió una circular con la noticia de que don Bosco había abierto en San Benigno Canavese <>; y, por tanto, pedía que le enviaran aquellos muchachos que se consideraban más necesitados de educación y en situación de mayor peligro, con tal de que tuviesen doce años cumplidos y no pasasen de los dieciocho; pedía, al mismo tiempo, trabajo para carpinteros, sastres, zapateros y encuadernadores, que eran los únicos talleres posibles por entonces ((**It14.334**)) y se encomendaba a la caridad de los buenos, que podía hacerse con dinero, con objetos usados y con géneros alimenticios. No tardaron mucho en multiplicarse y desarrollarse considerablemente los talleres; pero los novicios eran tan escasamente molestados por la convivencia con tantos aprendices que en la marcha de la vida ordinaria, ni se daban cuenta de su presencia, pues no los veían nunca, ya que unos y otros tenían capillas, locales y patios separados. (**Es14.289**))
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