Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es14.286**) mucho su celebridad el hecho del rey Arduino que, cansado de las luchas políticas, buscó allí la paz, vistiendo al hábito de san Benito y perseverando hasta el fin de sus días en la austeridad de la regla claustral. Su recuerdo, no sepultado entre las ruinas del tiempo, sobrevive todavía, después de nueve largos siglos, en las tradiciones populares. A fines del siglo XV comenzó la decadencia, que coincidió con la erección de la abadía en encomienda 1. El nombramiento de los abades comendatarios continuó también cuando ya no había monjes y las últimas tierras abaciales habían sido absorbidas por los duques de Saboya. El último abad comendatario, nombrado para el gobierno espiritual de los abaciales, fue el célebre cardenal Amadeo de las Lanzas, que murió en 1738, y dejó vivo recuerdo de su persona por su esplendidez de gran señor y su celo de buen prelado. Después de él el territorio abacial fue anexionado a la diócesis de Ivrea. El golpe final partió de la ley del 15 de agosto de 1865, en virtud de la cual las rentas, que quedaban, pasaron a la administración del fondo para el culto, y los bienes al patrimonio del Estado. Finalmente, en 1877, un decreto regio declaró monumento nacional el palacio abacial, que el tesoro del Estado cedió al ayuntamiento para su uso y custodia. Estas eran, pues, las condiciones jurídicas del sagrado lugar, cuando se trató de cederlo a don Bosco. ((**It14.330**)) La idea de llamarlo a este lugar partió del párroco Benone, que, aunque fracasó en un primer intento, tuvo mejor suerte en el segundo. Hay que decir antes que, en 1852, los Padres de la Doctrina Cristiana habían abierto allí un instituto reconocido por el Estado y que, al mismo tiempo, un buen sacerdote llevaba en un local contiguo una escuela sucursal del colegio para los menos pudientes; pero, en 1867, surgieron ciertas diferencias con el ayuntamiento y los padres abandonaron el pueblo y, con ellos, se marchó también aquel sacerdote. Fue entonces cuando el teólogo Benone propuso a don Bosco que entrara en su lugar, para abrir allí un colegio suyo. Don Bosco contestó que aceptaba muy gustoso la propuesta; pero que, ante todo, diera el párroco los pasos para obtener el consentimiento del Obispo de Ivrea, que era monseñor Moreno. El párroco, seguro de no encontrar dificultad alguna para una obra tan buena, se presentó a Monseñor, a quien, con la familiaridad de viejo amigo, le expuso el caso. -Jamás, jamás en absoluto, le dijo su Excelencia, permitiré a don Bosco establecerse en mi diócesis. 1 Llamábase encomienda el usufructo de una abadía concedido por el Papa a persona extraña, eclesiástica o seglar. (**Es14.286**))
<Anterior: 14. 285><Siguiente: 14. 287>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com