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((**Es14.277**) hasta dos casas. Una junto a la iglesia de los Cuatro Santos, que sería un pequeño internado para aprendices y llevaría el título de la Sagrada Familia; y otra, en el Trastíber, que sería una escuela profesional, según quería el Papa. Pidióse, por tanto, un sacerdote hábil, que fuera en seguida para dirigir la instalación de la primera y hacer las gestiones para ambas. Se aseguraba que ya se había recogido el dinero suficiente para proporcionar lo más necesario a la primera; y que el Papa se encargaría de todos los gastos de la segunda. Tales eran los informes de monseñor Jacobini 1, que fueron recibidos y celebrados por los Superiores como un rasgo especial de la divina Providencia. Don José Monateri, Director de Albano, fue encargado de las gestiones y se le advirtió que oyera, viera e informase, mas sin dar seguridades de ninguna clase. <>. El informe de don José Monateri no se hizo esperar; pero las noticias no era las que se deseaban. Las ideas de los romanos eran, en todo y por todo, diversas a las de don Bosco. Se quería que una Comisión concentrara ((**It14.320**)) todo en sus manos e interviniera incluso la administración interna, de forma que los salesianos quedaran reducidos a la condición de humildes servidores. Aquella Comisión, ya perfectamente preparada y organizada entregó a don José Monateri un esquema de las normas, que se pensaban imponer. Don José Monateri declaró a aquellos señores que el Capítulo Salesiano jamás aprobaría semejantes condiciones y les sugirió en su lugar un proyecto, en el que parecíale que podrían convenir ambas partes; pero era como hablar a sordos, por lo que tuvo que enviar a Turín el inexorable esquema. El Capítulo apoyó plenamente el proyecto de don José Monateri y rechazó unánimemente el otro. El efecto fue el que se esperaba; el silencio y el olvido lo cubrió todo. En Roma no se había dicho todavía la última palabra con respecto al Hospicio de San Miguel 2. El príncipe Gabrielli, presidente de la comisión estatal que lo gobernaba, invitó formalmente a don Bosco en el mes de junio a aceptar la dirección total moral y disciplinar del instituto, diciendo que consideraría como título de gloria si, a pesar del clamor callejero, lograse durante su presidencia dejarlo en tan buenas manos. Hemos visto ya el deplorable decaimiento en que había caído una institución en la que los Papas habían prodigado 1 Carta de don Bosco, Roma, 4 de mayo de 1879. 2 Véase más atrás, en la pág. 71. (**Es14.277**))
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