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((**Es14.226**) Asunción, día en el que concluían los ejercicios de las Hermanas y se hacía la emisión de votos; él les dio los recuerdos, y desarrolló este tema: -Vida de oración, de trabajo, de humildad, de retiro y sacrificio, sólo para Dios y las almas, a imitación de la Madre del Cielo en la tierra, para participar después más ampliamente de su gloria en el cielo. Volvió ((**It14.258**)) el día 21 para asistir a los ejercicios de las señoras. La crónica ha conservado el recuerdo de las palabras, que les dijo en una de sus platiquitas, después de las oraciones de la tarde: -Hay personas ricas de buen corazón y piadosas, las cuales dejan en testamento una parte de sus bienes para obras de caridad. íBuena y santa acción! Pero hay que notar que, en el Evangelio, no está escrito: <>, sino <>. Como véis, la cosa es muy distinta. Habló también a las superioras y a la comunidad de las Hermanas, pero por separado. A las primeras les hizo esta recomendación: -Aquí no os falta espacio; ni tampoco os encontráis con la vigilancia de vecinos, ni de nadie. Ejercitad, pues, en las pequeñas labores de la viña y del jardín a las hermanas más jóvenes y necesitadas de movimiento. Este es un ejercicio muy útil para la salud. A las Hermanas de la comunidad les dio el siguiente paternal consejo: -Escribid a vuestros padres; no los hagáis padecer con vuestro prolongado silencio. Esto os perjudica a vosotras y a ellos, y puede ser el impedimento de muchas vocaciones. Si, por el contrario, vuestras familias reciben frecuentes noticias vuestras, se sentirán felices de haberos entregado a Dios, sacarán provecho de vuestras palabras, darán también a leer vuestras cartas a sus amigos y conocidos, y éstos permitirán con más facilidad a sus hijas hacerse religiosas. Informó de estos ejercicios a la condesa Corsi. Monseñor Belasio, a quien menciona, fue el predicador. La Bruna era una alquería, colocada sobre una colinita heredada por las Hermanas, donde después se levantó su noviciado. Mi buena y queridísima Mamá: Escribo desde la Virgen de las Gracias, donde ha habido una estupenda tanda de ejercicios. Había unas cien señoras. Todas, religiosas y educandas, subieron a la Bruna. Era un espectaculo indescriprible ver la devoción, la piedad, la alegría, que se transparentaba en todas. No faltaba más que nuestra mamá Corsi. Pero sí se habló y se rezó mucho por usted. Es más, celebré una misa por su intención y las señoras (**Es14.226**))
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