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((**Es14.183**) a los mayores peligros espirituales y corporales, y no se sabe cómo impedir su perdición si no se les tiende una mano benéfica que los ampare, los encamine al trabajo, al orden, a la religión. La Casa del Oratorio de San Francisco de Sales tiene por fin dar alojamiento a los muchachos de esta categoría. <> 1.° Que tenga doce años cumplidos y no pase de los dieciocho; >>2.° Que sea huérfano de padre y madre, no tenga hermanos o hermanas u otros parientes, que puedan cuidarse de él; >>3.° Que sea totalmente pobre o abandonado. Si, cumplidas las otras condiciones, el muchacho posee alguna cosa, tendrá que llevarla consigo a la Casa, y será empleada en su favor, pues no es justo que disfrute de la caridad ajena quien puede vivir de lo suyo; >>4.° Que esté sano y robusto, no tenga ninguna deformidad física, ni este afectado por ningún mal repugnante o contagioso. >>5.° Serán aceptados con preferencia los que frecuentan el Oratorio festivo de San Luis, del Santo Angel Custodio y de San Francisco de Sales; porque esta casa está destinada especialmente a albergar a los muchachos absolutamente pobres y abandonados que acuden a alguno de los Oratorios antes mencionados>>. Para este fin, se abrió el Oratorio Salesiano y yo, manteniéndome fiel a él en todo tiempo, me comprometí a sostenerlo con los medios que me suministraba la Providencia. Sabido esto, resulta claro que el Oratorio Salesiano es por su índole un Instituto Benéfico para la juventud abandonada; como tal, le reconocieron siempre los Ayuntamientos, las Comisarías Generales de Policía, los Gobiernos Civiles y los mismos Ministerios del Estado, que le recomendaron centenares de muchachos abandonados; como tal fue proclamado en el Parlamento Nacional y en el Senado del Reino, y por tal lo tuvieron siempre personas buenas y caritativas, que le ayudaron con su benevolencia y con abundantes limosnas, al extremo de que, de humildes principios, pudo crecer hasta albergar un millar de personas, y fundar instalaciones, talleres y escuelas, donde los más útiles progresos de las ciencias y las artes son comunicados a los hijos del pueblo y, a través de ellos, llevados a la sociedad civil. En confirmación de todo esto, tenemos el hecho de una innumerable cantidad de jóvenes, cuyos nombres podría enunciar, salidos de este Oratorio, y que ocupan hoy en la sociedad cargos más o menos brillantes en Liceos y Universidades, en el Ejército y en la Administración pública. Y me es grato poder afirmar que ninguno de los que fueron dóciles alumnos de este Instituto, salió de él sin los medios necesarios para ganarse honradamente el pan, así como no hay ninguno ((**It14.208**)) que yo sepa, el cual en sus relaciones con la Sociedad o con el Gobierno, no se comporte como hombre de bien y buen ciudadano; es más, hay ejemplos de quienes, en algunas graves contingencias, llevaron a cabo actos de verdadero heroísmo. Pasando a la segunda parte de la misma pregunta, respondo que el fin especial que me propongo, al mantener las escuelas en mi Oratorio, es cumplir una importante obra de educación y satisfacer a las necesidades y múltiples vocaciones de los muchachos en él albergados. Algunos de ellos, inclinados por naturaleza al ejercicio de ciertas artes y oficios más nobles y elevados (tipografía, calcografía, fundición, fotografía, estereotipia, etc.) no estarían en condición de aprenderlos bien y ejercerlos con fruto, si no tuvieran nociones de Latín, Griego, Francés, Geografía, Aritmética, etc. Otros, dando muestras de estar dotados de ingenio despejado y especial aptitud para el cultivo de las ciencias, creyóse sería muy útil para la Sociedad, si se cultivaba (**Es14.183**))
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