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((**Es13.94**) La respuesta fue que, por falta de personal, no se podía aceptar. ((**It13.100**)) Por aquel entonces don Bosco se hospedó en Marsella en casa de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. >>Encontrarse en medio de tantos jóvenes y no preocuparse de ellos era posible para don Bosco? Un día, al atravesar el patio, se encontró con uno al que se acercó y le sugirió unas palabritas, como solía hacer con los muchachos. No sabemos qué le dijo, pero el muchacho quedó tan impresionado, que volvió a juntarse con los compañeros y les manifestó: -íHe visto a un santo! Fue como si estallara una chispa eléctrica; al punto todos quisieron verle y hablarle. Aun expresándose como podía, en aquel su francés más artificioso que correcto, ganóse poco a poco sus corazones, de suerte que iban a porfía para confesarse con él. Toda una sección obtuvo licencia para hacerlo. Pero he aquí que, después de confesarse algunos, se esparció la voz de que manifestaba hasta los pecados que se querían mantener ocultos. La noticia revolucionó el colegio. Por todas partes pedían hacer confesión general. Los superiores, preocupados, no creyeron oportuno permitir que otras secciones fuesen a confesarse; y don Bosco, aunque muy a su pesar, para evitar disgustos, dejó que procediesen a su gusto. >>Podía don Bosco no hablar de vocación en un colegio católico? Aquellos Superiores le aseguraban que era imposible encontrar entre sus alumnos uno que aspirase al estado eclesiástico. -íNinguno quiere hacerse sacerdote! le repetían con ((**It13.101**)) la mayor buena fe. Pero bastó la pequeña muestra de bondad y santidad que les dio el Siervo de Dios, para despertar en muchos de aquellos colegiales el deseo de ser sacerdotes y salesianos. El hecho es que algunos querían irse con él a Turín y que, cuando llegó allí, se encontró con un paquete de cartas, en las que muchos repetían su deseo de ir a Turín y hacerse salesianos, dispuestos a hacer cualquier sacrificio con tal de que él los aceptase. Incluso hubo algunos que por pertenecer a familias ricas aseguraban estar dispuestos a pagar cualquier cantidad, y hubo aún quien, con candorosa ingenuidad, prometía dar todo lo que poseía, cuando pudiera disponer libremente de ello. Uno llegó al extremo de escaparse del colegio y huir hasta el Oratorio, en donde no hubo manera de inducirle a volver a su patria. de una clase de chicos, ordinariamente vulgares y muy descuidados en su primera educación. Puede ser que los muchachos italianos se presten más a estos resultados que los de nuestra Francia degenerada. De todos modos, si sólo se mira lo exterior de la Obra Salesiana, hay motivo para quedar atónitos por su éxito>>.(**Es13.94**))
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