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((**Es13.837**) mejor que los doctorados en la Universidad de Turín, que no goza de fama en Roma, en cuanto a esto. Le digo, por consiguiente, que usted tiene derecho a enseñar en su iglesia, y que esto es verdad; pero los muchachos de su parroquia tienen también derecho, de acuerdo con el Derecho Canónico Romano a ir a cantar Vísperas y recibir la bendición (que ciertamente no son obligatorias) y a irse a divertir, de acuerdo con el género de Oratorio promovido por Pío IX, donde más les plazca. >>Querría, pues, por su derecho no bien entendido, que se abandonara a los muchachos en medio de los peligros de las calles y plazas públicas? Piense antes en la grave obligación que tiene, también según las morales que tiene menos seguras, de encontrar el modo de oponerse a la última ley que busca impedir la instrucción religiosa: y a esto sí que debe atender. Después, convirtiendo en broma esta reprimenda, le dije: -Tiene otra obligación muy grande, y es la de darme a beber una copa de su buen vino, porque me ha hecho estar aquí durante más de una hora. Y así, después de beber y estrecharle la mano, le dejé, quitándole las ganas de volver a hacer una prueba semejante. Temí del teólogo Boccardo y, por tanto, del Arzobispo algo contra el Oratorio, debido a alguna expresión de Boccardo. Para evitarlo, ((**It13.988**)) le escribí una carta bastante pensada, mostrable al Arzobispo, diciéndole que inútilmente había intentado con él y con otros la Obra del Oratorio el año pasado; pero que me había dirigido a la bendición del Papa, después al Arzobispo, y por fin al párroco de San Jorge; que se había abierto con nuevo personal; que el que favorece tales obras es bendecido por Dios y el que se opone es castigado severamente; y le conté tres casos de sacerdotes pasados por mis manos. No se atrevió a responderme, pero habiéndome encontrado por casualidad, parecióle extrañarse de mi recurso al Papa. Yo repliqué: -Conozco el país y el aire, pero lo he hecho a propósito, y así lo haré siempre. Esto es todo lo hecho... y los demás deben sostenerlo hasta que V. R. pueda plantar en Chieri una casa suya masculina y femenina. Cuando esto se verifique, ya hemos decidido nosotros y el R. P. Pellico, nuestro consejero, que todo, el oratorio femenino y el masculino, le sea entregado inmediatamente con todos los enseres. Estos, si aún no están pagados con las ofrendas gratuitas, deberán ser comprados por ellos, esto es, deberán pagar la deuda que es ahora de trescientas liras. Solamente he rogado servirse de don Cumino, vicedirector, mientras el Arzobispo lo permita. No es de esperar plantar su casa en Chieri con los amigos, porque el Párroco de la catedral me dijo que sí que quiere a las monjas de don Bosco, pero no a los Salesianos. También tengo miedo, por parte de otros y, especialmente, del Arzobispo. Pero me parece que hay que hacer así: se pide al Papa un Breve para fundar la casa de Chieri. En él debe decirse que basta entregar una copia al Arzobispo, para que lo sepa. Sobre el número de seis padres, se pide la dispensa para tres, o al menos dos; y se indica que vienen especialmente para abrir oratorios y escuelas y dirigirlas según su Instituto. Y así, ni el Arzobispo, ni el Párroco, ni ningún otro, podrán impedirlo. El P. Rostagno podría redactar el Breve, o la súplica con las formas canónicas: usted después tendría que ir a Roma para tratar el asunto directamente... Ruegue pues, haga rogar para que viribus unitis (las fuerzas unidas) salvemos todos juntos de la ruina a nuestra pobre patria y la fe de nuestros padres... Permita que bese humildemente las manos De V. S. R., Fundador de los Salesianos Afmo. y s.s. en J. C. P. LUIS TESTA (**Es13.837**))
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