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((**Es13.836**) 50 El Oratorio de Chieri 1 ...Se empezó el oratorio femenino y se recurrió a V. R. Como ya sabe, el Parroco de la catedral tomó posesión de él como de su casa... Eligió a tres como fundadoras, Braia, Ciceri y la hermana del Rvdo. Sona, canónigo. La Braia metió dos maestras de canto que perturbaron (a lo que me dicen) la buena marcha del Oratorio. Procuré que fueran expulsadas, pero hasta ahora no lo logré; en tanto, la Ciceri se retiró; mientras obtuve (siempre por vía indirecta) que al menos fueran frenadas; obtuve, ademas, por medio de Monseñor que el Oratorio no funcionara durante el tiempo de las funciones, porque, dije, está prohibido por el Papa. El Oratorio femenino (como me consta por el mismo Parroco) no marcha bien, sino que languidece: espero, sin embargo, sostenerlo hasta el tiempo que mas abajo diré. De vuelta de las vacaciones a Chieri, todo se ha sabido; me traje de Roma una bendición especial del Papa, después publiqué un pequeño programa del Oratorio para los muchachos y con él me presenté al Arzobispo, el cual, al ver las instrucciones que traía de Roma, confirmó todo palabra por palabra, hasta el nuevo personal (el antiguo, que había sido elegido y me lo había entregado el Arzobispo, no había hecho más que charlar). Ese se ((**It13.987**)) compone del canónigo Sona, director, del reverendo Cumino, educado por usted, vicedirector y tesorero y del reverendo Serra, capellán y maestro de canto. Con estos solos y algunos consejeros, pro forma, se fundó la obra. Quise que dependiese de la parroquia de San Jorge, para no tener líos con la catedral y con el seminario. Pero alquilamos al padre Almando, dominico, un local caro, e invitamos al párroco de San Jorge y al abate Botto y otros más, y se abrió el Ortorio con sesenta muchachos, pues no cabían más en el local. Leí allí el programa en nombre del Papa y lo comenté: pero dije que estaba autorizado por el Ordinario y por el Párroco, de acuerdo con los cánones; y, además, que estaba avisada la autoridad civil, la cual había prometido una subvención, después de dos meses de duración. Se cantó por todos un himno en honor del Sagrado Corazón de Jesús, a quien está dedicado el Oratorio y se repartieron regalitos a los muchachos. Hasta ahora marcha bien, pero, como el local es estrecho, no permite recibir a más de doscientos muchachos que piden entrar, lo cual se hace con unos billetitos, que se entregan vez por vez a quienes cumplen las reglas establecidas. Unos días después me encontré con el Párroco de la catedral, con el que me relaciono a menudo, como con todos los demás de cualquier partido. Se lamentó conmigo de que lo hubiese abierto sin hablar con él. Yo, que soy franco y no lo temo, respondí en seguida: -Me extraña su observación. Usted sabe que hace dos años que hablamos de ello. Y sabe también que nunca he podido obtener de usted ayuda eficaz: por eso me vi obligado a dirigirme a otra parte. -Pero, siguió diciendo; V. R. sabe que el párroco tiene deber y derecho de dar la instrucción religiosa; pase para los de San Jorge, pero para los míos, me toca a mí. -Perdone, respondí; tal vez usted ignora que yo soy doctor en derecho canónico por Roma y que, por consiguiente, conozco los límites de los derechos parroquiales, 1 De una carta del padre Testa, jesuita, a don Bosco, en septiembre de 1877. Es un documento para conocer la situación que determinó los hechos narrados. (**Es13.836**))
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