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((**Es13.762**) disgustarle, y se apresuró a terminar el trabajo para escapar de la galería. Durante el invierno 1, fue testigo de un prodigio. Ayudaba la misa a don Bosco en la capillita situada junto a su habitación, con un compañero suyo que se llamaba Franchini. Al llegar la elevación vieron al celebrante extático y con un aire de paraíso en la cara: parecía que se iluminara toda la capilla: después, poco a poco, se levantaron sus pies de la tarima y quedó suspendido en el aire durante más de diez minutos. Los dos monaguillos no llegaban a alzarle la casulla. Garrone, fuera de sí por la extrañeza, corrió en busca de don Joaquín Berto, pero no le encontró. Volvió y llegó precisamente cuando don Bosco descendía, pero en el lugar aleteaba un algo de paraíso 2. Terminada la misa y terminado también el largo momento de acción de gracias, Garrone le sirvió el café de costumbre y le dijo: -Don Bosco, pero >>qué le pasó esta mañana en el momento de la elevación? >>Por qué subió tan alto, tan alto? Don Bosco le miró un instante y después le dijo: -Toma tú también un poco de café. Garrone, que se dio cuenta de que no quería hablar del asunto, sorbió en silencio su café. Por tres veces asistió a esta levitación de don Bosco durante la santa misa. Los jóvenes del <> cultivaban también con las flores, como ya se ha dicho, unas plantas de alubias dentro de unos tiestos llenos de tierra y colocados ante las ventanas de la galería, para que, juntamente con las parras, impidieran la penetración de los rayos del sol en las habitaciones de don Bosco. Cuando las judías estaban maduras, las ((**It13.898**)) hacía cocer para que las comieran los jardineros. -También os haré cocer a vosotros, solía decir entonces. En 1879, reunidos todos sus fríjoles, como él llamaba a los muchachos del <>, les dio una conferencia y les dijo al final: -Algunos de vosotros irán a casa de vacaciones; uno irá con el deseo de volver al Oratorio, pero, dominado por los parientes, irá al seminario. Otros volverán para tomar la sotana y quedarse con don Bosco. Uno morirá. Otro, de vuelta para hacer los ejercicios, no podrá ir a Lanzo, porque tendrá que asistir a un compañero moribundo. 1 Escribe don Evasio Garrone: <>. Es un fallo de memoria puesto que ya había pasado mucho tiempo cuando él escribía. Desde el 30 de diciembre de 1878 a principios de la primavera, don Bosco estuvo ausente del Oratorio. El hecho debió suceder en diciembre de 1878: la idea del invierno le hizo pensar en enero. 2 El altar del prodigio había ido a parar al instituto de santa Rosa de las Hijas de María Auxiliaaora en Moncrivello (Vercelli); la madre general Luisa Vaschetti, de acuerdo con el deseo de los salesianos, dispuso que se restituyera a las habitaciones del Beato, donde hoy se encuentra. Véase: GIRAUDI, L'Orarorio di don Bosco, pág. 132. (**Es13.762**))
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