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((**Es13.683**) Y ya basta. Yo quería abriros mi corazón esta tarde. Estoy muy contento de la marcha de la Congregación, estoy contento de los clérigos, de los profesos, de los novicios; hay alguna excepción, pero son detallitos que espero se irán allanando también. Tenemos buenas noticias de todas nuestras casas de América, de Francia y de las diversas partes de Italia. Nos llaman de todas las regiones para abrir nuevas casas; en muchos lugares ya están preparadas y sólo se aguarda que vayan los salesianos a habitarlas. La mies que nos espera es muy abundante. Ello indica que Dios bendice nuestras cosas. Adelante, pues. Pongámonos a trabajar con la mejor buena voluntad. Y si Dios nos acompaña, >>quién podrá contra nosotros? Mantengámonos firmes y diligentes en nuestra finalidad, buscando salvar muchas almas, porque haciéndolo así, estamos seguros de salvar la nuestra antes que las de los demás. Es palabra de los Santos Padres: Animam salvasti, animam tuam praedestinasti. Nos esperan muchas almas en tierras próximas y en tierras lejanas. En la misma Patagonia, en la que tan ardientemente hemos deseado entrar, ahora nos llaman los mismos salvajes desde varios puntos, para que vayamos a predicarles la fe de Jesucristo. Y ya están preparadas las casas. Falta solamente que enviemos las personas para habitarlas. íSí, Dios nos bendice! íQue siempre nos bendiga! La Santísima Virgen ((**It13.806**)) no dejará de cumplir su parte. Llenémonos de valor para corresponder a tantas gracias. Querámonos bien y no nos faltará ciertamente la felicidad eterna que debe ser nuestra única y constante meta, el premio de nuestros trabajos. Ya hemos visto muchas veces cómo don Bosco, cuando dirigía la palabra a los del Oratorio, en las conferencias o en las <> acostumbraba ensalzar los progresos de la Congregación y presentar con cierto énfasis las benévolas acogidas con que era recibida y las alabanzas que le tributaban por todas partes insignes personajes. Todavía se experimenta el íntimo gozo que debió comunicar a sus palabras en aquellos informes de casas abiertas o por abrir, en aquellas descripciones de obras emprendidas fuera de Italia, en aquellas noticias detalladas sobre las audiencias del Padre Santo. Don Bosco era un hombre que no se envanecía hablando, y que no abría los labios más que para un buen fin. Su lenguaje colorido pretendía, en tales ocasiones, enlazar cada vez más el aprecio y afecto. de los oyentes a la Congregación, de manera que amasen la vida salesiana los que ya la habían abrazado o se enamoraran de ella los que sentían en el corazón alguna inclinación por ella misma. Lo cierto es que semejantes charlas llenaban de entusiasmo los corazones y lograban que quisieran no sólo a don Bosco, sino también a su Oratorio, al nombre salesiano y a todo lo bueno y hermoso que los salesianos realizaban en el mundo; estos sentimientos se irradiaban después por mil caminos y creaban, en derredor a lo largo y a lo ancho de la Pía Sociedad, una atmósfera propicia que multiplicaba los amigos y los bienhechores. Si la castidad era uno de los temas predilectos de don Bosco en sus (**Es13.683**))
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