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((**Es13.629**) sistema, como ya lo hacían los Jesuitas y los Hermanos de las Escuelas Cristianas. En cuanto a la condición en la que hubieran llegado a encontrarse los Salesianos respecto a la dirección y a la administración del ente, don Miguel Rúa hizo sus proposiciones, a las que también el Abate contrapuso las suyas, como veremos; el Capítulo Superior discutiría y determinaría después sobre todo. Los dos viajeros estuvieron de vuelta el día 30 de noviembre por la noche. Don Bosco, que había terminado de cenar y estaba para subir a su habitación, se detuvo y asistió a su cena, hablando con ellos hasta las once. Al día siguiente se reunió inmediatamente el Capítulo. ((**It13.741**)) Don Bosco abrió sonriente la sesión y dijo: -Cuando Cristóbal Colón volvió de su viaje del descubrimiento, se reunieron los grandes de la corte y todos los doctos con el rey, llenos de admiración y deseosos de conocer las maravillas de aquellas tierras remotas, y Colón contó ante ellos sus aventuras. Oigamos también nosotros, aquí reunidos, lo que don Miguel Rúa tiene que contarnos. Divertidos con tan inesperado exordio, los Capitulares oyeron el informe. No hubo objeciones para el sistema de sociedad preferido por el abate Roussel; pero no consistía todo en asegurar la propiedad. Nacía una dificultad importantísima de la insuficiente libertad de acción para los directores de la casa: ciertas circunstancias habrían podido llevarles a conflictos con el consejo de la sociedad o con su superior directo, que para un religioso siempre lo es su Superior General. Ahora bien, para don Bosco era conditio sine qua non, que la casa salesiana de París fuese como todas las demás de la Congregación. En efecto, >>cómo habría podido él, entonces y después, responder de una comunidad, de la que no pudiese disponer plenamente? Subsistía siempre la eventualidad de que la sociedad dejara sin efecto disposiciones que el Superior de la Congregación juzgara necesarias; y los hermanos, acostumbrados a semejante independencia de su Superior natural, habrían tomado la pésima costumbre de pasar por encima de las Reglas de la Congregación. En consecuencia, el Capítulo decidió no deliberar nada, hasta tanto que no quedase bien claro este punto. Por otra parte, la sociedad civil era el único medio para ahorrar gastos y peligros en la sucesión. El Abate, informado de cuanto precede, cerraba así sus reflexiones sobre ello: <>. Insistía con esto en su manera de ver, presentada por él a don Miguel Rúa en las conversaciones de París. Después, proseguía: (**Es13.629**))
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