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((**Es13.61**) a don Bosco de forma tan impropia y antes de que las cosas estuviesen sólidamente concertadas 1; pero no se volvió atrás, y don Bosco recibió este tan poco envidiable certificado de buen servicio a cambio de todo el celo que había puesto en el asunto de los conceptinos. Se comprenderá mejor la causa de todo esto cuando se conozcan a fondo los manejos de sus adversarios. De momento, el mejor epílogo puede ser esta carta de nuestro Beato al cardenal Luis Bilio; al que había dicho a don Bosco la primera palabra sobre este asunto, dirigía don Bosco la que fue su última palabra. Eminencia Reverendísima: Vuestra E. Rvma., que desde el principio tuvo gran parte en mi intervención para la dirección de los Hermanos Hospitalarios, llamados Conceptinos, está sin duda en condiciones de poder conocer y apreciar el estado de las cosas, que brevemente compendio. La voluntad del Padre Santo se dignó, por medio de V. E. Rvma., llamarme a hablar con El con las más afectuosas expresiones. Deseo, me dijo, que os cuidéis de los Conceptinos, que tienen una misión sublime y pueden ayudar mucho a los enfermos a obtener una buena muerte. Pero no debéis reformar o corregir, sino crear, o mejor, identificar las Constituciones de los conceptinos con las de los salesianos. Aunque yo conocía la importancia y la delicadeza del encargo, sin embargo me consideré altamente honrado por poder emplearme según los venerados deseos del Padre Santo y pedí a Su Santidad que únicamente se dignase expresarme por escrito su pensamiento para meditarlo y llevarlo mejor a la práctica. Vea el rescripto del 7 de noviembre de 1876 en el párrafo señalado con el n.° 1.° Tomando como base este rescripto puse manos a la obra, y en el plazo de un mes envié la idea general, que consistía en conservar nombres, hábito y finalidad de los conceptinos, junto con todas las reglas que no estuviesen en contradicción con las de los salesianos. Todo ello agradó al Padre Santo, y monseñor Fiorani me escribió que todo iba bien y que podía llevar conmigo un sacerdote. Pero, al llegar a Roma, comenzaron las dificultades. La voluntad del Padre Santo me pareció siempre. la misma, mas monseñor Fiorani ((**It13.62**)) decía que no era conveniente hacer es radicales y que únicamente era posible hacer una reforma moral; especialmente después de que Su Santidad había dado a los conceptinos la enorme cantidad de doscientas mil liras; por consiguiente, a don Bosco se le debía conceder la condición de Visitador Apostólico representado por el reverendo don José Scappini. No podía darme explicación de todo esto; hablé con el Padre Santo que me repitió las palabras que había dicho y escrito anteriormente. Pero Monseñor reiteró que había que modificar el rescripto de Su Santidad. Admití el cambio porque se me aseguró que tal era la voluntad soberana, con lo que don José Scappini se convirtió en director de lo espiritual, quedando reservada para monseñor Fiorani toda autoridad en lo temporal y también en lo personal. Continuando el estudio de las reglas conceptinas para llevarlas a la práctica, vi que no podía continuar aquel estado de cosas y, cuando fui a Roma para el Jubileo 1 Véase Apéndice, doc. 6, carta D.(**Es13.61**))
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