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((**Es13.537**) libertad, se abren las puertas al mal, y se estorba y se impide la labor de los buenos, siempre tendremos funestas consecuencias. Se buscó, por tanto, colocar un dique a la herejía y a la impiedad; primero, con libros bien preparados para este fin, los cuales se hacían y difundían entre el pueblo católico con grandes trabajos y gastos. Pero los libros no lo hacen todo. Fue necesario colocarse como centinelas en guardia, en los lugares donde el enemigo se había asentado. Se puso un escuadrón de soldados donde el peligro era mayor y continuo y en un lugar conveniente para paralizar al menos la acción del mal. Y he aquí que en Turín, cerca de la iglesia de los protestantes, se abrió ya en 1849 el oratorio de San Luis y ahora, después de muchos estudios y trabajos, se ha logrado poner en el mismo lugar los cimientos de la iglesia de San Juan Evangelista, que se está construyendo. ((**It13.628**)) También en San Pier d'Arena amenazaba entrar la herejía y por eso se estableció allí un hospicio. En Niza, precisamente cerca del templo protestante, se levantó el Patronato de San Pedro. En La Spezia había ya progresado mucho la herejía: casi todos los muchachos iban al magnífico colegio de los protestantes, atraídos por mil facilidades, pero se hizo un esfuerzo y se abrieron nuestras escuelas. Mas, para no ir nombrando caso por caso, voy a contaros lo que sucedió junto a Ventimiglia. En pocos años se llenó de casas el valle de Valle-Crosia. El número de habitantes creció por millares. Como todas las eran nuevas, no se pensó, ni fue posible, levantar allí ninguna iglesia. Los protestantes, que vieron la ocasión propicia, elevaron un gran edificio e instalaron un hospicio, escuelas, y una de sus iglesias. Los habitantes del valle, al no tener otras escuelas, fueron a parar a éstas y, después, algunos empezaron a ir a su iglesia. El Obispo no sabía qué hacer; edificar una iglesia y convertirla en parroquia difícilmente puede hacerlo una sola persona en nuestros días. Se nos llamó a nosotros y acudimos con gusto en su socorro. No había medios, pero la Providencia nos ayudó y, como no podíamos hacer más, se alquiló una casa, se arregló y limpió un almacén de la planta baja, se instaló en él un altar, y hete aquí armada la iglesia. En las habitaciones de la derecha y de la primera planta se abrieron dos aulas para muchachos; en las de la izquierda de la pequeña iglesia se instalaron las Hijas de María Auxiliadora y se abrieron unas escuelas para muchachas. íQué cambiazo! El oratorio festivo atrajo la atención de los niños y de los mayores, y todos los habitantes del contorno tienen ya comodidad para oír la santa misa; las escuelas de los niños y las de las niñas se llenaron inmediatamente. Todo se realizó con tal fervor que las escuelas de los protestantes se quedaron desiertas, y ya no hay un muchacho o una niña que vaya a ellas. Se invitó y se atrajo de buenas maneras a recibir los sacramentos por Pascua, a todos los que habían sido inducidos a asistir a la iglesia protestante y también éstos abandonaron aquel lugar, que estaba a punto de convertirse en centro del protestantismo en Liguria. Es imposible que obras tales se realicen por un hombre sólo. Se necesitan cooperadores. Sus donativos ayudan para poder ir al lugar señalado y dar allí los primeros pasos: cuando ya se está en el lugar, se unen nuevos cooperadores de allí mismo y se va adelante. Sin la labor de los cooperadores, los Salesianos se hubieran estancado y no podrían ejercer su misión. Es verdad que siempre se encuentran dificultades para llevar a cabo estas obras; pero el Señor dispuso que siempre se pudieran superar. Este año se multiplicaron las dificultades, y así hemos podido ver que la mano del Señor nos sostiene siempre. Murió este año nuestro incomparable bienhechor Pío IX, el que aprobó la asociación de los Cooperadores y la enriqueció con tantas y tan valiosas indulgencias: Pío IX que quiso ser inscrito como el primero de los Cooperadores Salesianos; ((**(**Es13.537**))
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