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((**Es13.535**) suficientes. Cuando he aquí que varios señores acudieron también en su ayuda. Era precisamente la divina Providencia quien los enviaba y, gracias a ellos, se fue multiplicando el bien. Estos primeros cooperadores salesianos, lo mismo eclesiásticos que seglares, no se preocupaban de incomodidades y trabajo, sino que, al ver cómo muchos jóvenes de la piel de Barrabás emprendían el camino de la virtud, se sacrificaban a sí mismos por la salvación de los demás. Yo vi a muchos dejar de lado la comodidad de sus casas y venir aquí, no solamente los domingos sino también todos los días de cuaresma y a una hora muy incómoda, pero que era la mejor para enseñar el catecismo a los muchachos. Mientras tanto, se hacía cada día mayor la necesidad de ayudar materialmente a aquellos chicos. Algunos llevaban unos pantalones y una chaqueta hechos jirones, cuyos trozos les colgaban por todas partes, aun con mengua de la modestia. Otros no podían cambiarse nunca el andrajo de camisa que llevaban encima. Hubo quién empezó a resaltar lo bueno y lo útil de la labor de las cooperadoras. Yo quisiera contaros ahora, para gloria de las señoras turinesas cómo muchas de ellas, de familias conspicuas y delicadas, no hacían ascos para tomar en sus manos aquellas chaquetas, aquellos calzones y arreglarlos; recibir aquellas camisas totalmente rasgadas y que quizá no habían pasado nunca por el agua, tomarlas ellas mismas, digo, y lavarlas, remendarlas y entregarlas después a los pobres muchachos, los cuales, atraídos por el perfume de la caridad cristiana, perseveraron en el Oratorio y en la práctica de las virtudes. Algunas de estas beneméritas señoras enviaban ropa, dinero, comestibles y todo lo que podían. Varias de ellas están aquí presentes oyéndome, y muchas ya fueron llamadas por el Señor, para recibir el premio de sus trabajos y obras de caridad. He aquí, pues, cómo gracias al concurso de muchas personas, cooperadores y cooperadoras, se pudieron hacer cosas, que cada uno por su cuenta jamás hubiera podido realizar. >>Qué sucedió con una ayuda tan poderosa de sacerdotes, señores y señoras? Vinieron millares de muchachos para aprender e instruirse religiosamente en el mismo lugar en donde antes aprendían a blasfemar; vinieron a aprender el camino de la virtud en el mismo lugar que antes era centro de inmoralidad. Se pudieron abrir escuelas nocturnas y festivas y los más pobres y abandonados de aquellos muchachos fueron internados; la pequeña plaza se convirtió en esta iglesia en el 1852 y la casa llegó a ser el internado de aquellos pobres muchachos. Esta es vuestra obra, beneméritos cooperadores y beneméritas cooperadoras. ((**It13.626**)) Y siguieron los bienhechores dispensando su ayuda y fueron viniendo otros más a añadirse a los primeros, con lo cual se pudieron abrir otros dos oratorios en esta ciudad: uno en Vanchiglia, que se llamó del Angel Custodio, y, después, levantada la iglesia parroquial de san Judas, se trasladó junto a dicha parroquia; y el otro, dedicado a San Luis, se abrió en Puerta Nueva. Al lado de éste se está levantando actualmente la iglesia de San Juan Evangelista. Pero las necesidades experimentadas en Turín empezaron a sentirse poderosamente también en otros pueblos y ciudades, y, siempre gracias a la ayuda de los cooperadores se pudieron organizar normalmente las obras fundadas y abrir otras fuera de Turín. Era necesario que los Cooperadores se ocuparan de atender la gran falta de clero, que existía en todo el Piamonte y en otras provincias de Italia. >>Qué hacer? la religión católica no mira lugares, ciudades ni personas; es universal, quiere que se haga el bien en todas partes y exige que los esfuerzos de la caridad sean mayores allí donde hay más necesidad. Y he aquí que empieza a abrirse una casa en Mirabello, otra en Lanzo y después más y más. Ya pasan de ciento las iglesias y casas abiertas y son más de veinticinco mil los muchachos internos y externos, que son instruidos religiosamente (**Es13.535**))
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