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((**Es13.510**) creyere. Pero le rogamos entienda que, por nuestra parte, le profesamos aprecio y veneración y que rogamos a Dios le conceda muchos años para bien de la Iglesia y de la Religión, y que trabajaremos constantemente, para que no se publique más que aquello que nuestro Superior Eclesiástico juzgare que es para mayor gloria de Dios y salvación de las almas. Sampierdarena, 1 de agosto de 1878. Los redactores Sucedió en la construcción de la iglesia de San Segundo un episodio que arroja un poco de luz sobre las personas que rodeaban al Arzobispo; ellas le envolvían en tendenciosas relaciones, de tal modo que le convertían, en parte, más en víctima que en actor. Los constructores de la iglesia eran los hermanos Carlos y Josué Buzzetti, que habían estipulado el correspondiente contrato con monseñor Gastaldi, el cual se obligaba a pagarles las cantidades pactadas hasta el término del sagrado edificio. Monseñor entregaba, de vez en cuando, partidas a cuenta, con el correspondiente recibo de uno de los Buzzetti. Por los libros ((**It13.595**)) de contabilidad de los señores Buzzetti, se advierte que, desde el 1 de julio de 1874 al 6 de noviembre de 1877, les fueron entregadas 80.200 liras en total, en catorce ocasiones distintas. Ahora bien, sucedió que el 1 de febrero de 1878 se presentó Josué Buzzetti en el palacio episcopal, pidiendo dinero a cuenta. Recibióle el Arzobispo muy cortésmente, empezó a decirle que creía conveniente reunir en un solo documento el total de las sumas pagadas durante los diversos años, para así simplificar documentos; diole a continuación otras 3.000 liras y, sacando los catorce recibos anteriores, sumó su importe y extendió un recibo global por la cantidad de 83.200 liras. En este recibo Monseñor no señalaba, y no quiso señalar, aunque se lo rogara Buzzetti, la anulación de los recibos parciales, sino que invitó sin más a Buzzetti a firmar. Resulta fácil comprender la contrariedad del constructor. Le hubiera gustado tener en mano, antes de firmar, aquellos recibos; por otra parte, le parecía un poco descortés, y hasta insultante, la desconfianza con la suprema autoridad eclesiástica de la archidiócesis, el pedírselos. Mientras tanto, llamó Monseñor al secretario Maffei, a quien comunicó el nuevo pago de las 3.000 liras, y Buzzetti, apremiado y vacilante, acabó por firmar el recibo. Pero, mientras el teólogo Maffei firmaba también como testigo, he aquí que, de improviso, entró el (**Es13.510**))
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