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((**Es13.469**) las cartas de Enría aquello fue atroz. Los muchachos se agolpaban en la iglesia para rezar; los novicios querían ((**It13.547**)) pasar las noches ante el sagrario; algunos clérigos pidieron al Señor que les pasase a ellos la enfermedad de don Bosco, con tal que él curase pronto; varios hicieron la ofrenda de su vida a Dios. En muchos se advirtió un cambio radical de conducta, para ser así más fácilmente escuchados por el Señor y para que don Bosco tuviera motivo de estar satisfecho al curar. Los colegios iban a porfía con el Oratorio y muchas piadosas personas unían sus oraciones para impetrar la gracia del cielo. Y el cielo no se hizo sordo a tantas voces; el 21 de abril, solemnidad de la Pascua, poco después del mediodía, el director del Oratorio, don José Lazzero, recibía un telegrama de Enría que decía: <>. Fue el segundo aleluya pascual, que, después del litúrgico, llenó de indecible alegría toda la casa. Inmediatamente comenzó en Sampierdarena el vaivén de las visitas. Acudieron las autoridades eclesiásticas y civiles. Uno de los primeros en llegar fue el señor Dufour. Se vieron también representaciones de poblaciones próximas, que iban a pedir la bendición de María Auxiliadora para ellos y para sus enfermos. Don Bosco recibía a todos con mucho gusto. Se presentó un gran señor con su esposa, que le entregó una importante cantidad de dinero para sus muchachos y los misioneros. Don Bosco los bendijo y he aquí que se vieron libres de un grave mal que los atormentaba. Don Juan Bautista Lemoyne, que había atendido a don Bosco en Varazze y le había acompañado a Sampierdarena, dice en una de sus notas autógrafas: <>. Hacía cuatro meses que don Bosco no salía en busca de socorros y las necesidades se hacían sentir por todas partes; pero la mano de la Providencia acudió a reparar la falta de medios. Un día dijo el Siervo de Dios a Enría: -íCuánto nos quiere la Virgen! ((**It13.548**)) Atravesábamos por graves dificultades, nos era difícil contar con el dinero que necesitábamos y, poco a poco, la Providencia nos ha provisto de todo. íDémosle gracias de todo corazón! En una de aquellas noches de mayor tormento, don Bosco tuvo uno de sus acostumbrados sueños. Enría estuvo presente al relato, como se ve en su tercera carta; pero don Juan Bautista Lemoyne también lo oyó en otra ocasión de labios del Siervo de Dios, según la siguiente versión conservada en su libro de memorias: (**Es13.469**))
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