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((**Es13.456**) llena de suaves expresiones y saludables alientos, que fueron como un bálsamo para todas mis penas. Cuando volvió al Oratorio, me dijo: <<-Te escribí aquella carta para consolarte en la aflicción en que te veía>>. <>. En el mismo papel recoge Lemoyne un testimonio de don Francisco Ghigliotto, el cual recordaba que en 1877, siendo clérigo en el Oratorio, había oído a don Bosco después de la fiesta de María Auxiliadora decir en unas buenas noches, bajo los pórticos: -Agradecemos a la Virgen Santísima que este año, más que los otros, me ha concedido la gracia de leer y ver en las conciencias de todos como en un espejo. Don Bosco llegó a Fréjus el día señalado: allí se acordó la próxima apertura de una casa en La Navarre. Así se llama una amplia finca de doscientas treinta y tres hectáreas en el municipio de La Crau, departamento de Var. Con todos aquellos campos se había formado una colonia agrícola, denominada Orfanato de San José. Lo había fundado en 1863 el sacerdote Santiago Vincent, gracias a la generosidad del señor Roujou, propietario de la finca, el cual la donó con el único objeto de que sirviera para poner en marcha una obra de beneficencia. Diez años después el orfanato, con los terrenos anejos, fue cedido en enfiteusis durante noventa y nueve años, por el abate Vincent, a tres sacerdotes del clero secular, que acariciaban la idea de hacer resurgir la orden tercera de los religiosos trinitarios, pero con la obligación de someterse a la condición impuesta por el espléndido donante en el acta de entrega. Pero, apenas pasaron cinco ((**It13.533**)) años, los arrendatarios se encontraron abrumados de deudas, de tal manera que no sabían cómo salir a flote y, secundando los consejos del obispo, determinaron cederlo todo a don Bosco, con la condición de que les pagase veinte mil francos, por las mejoras introducidas por ellos en edificios y terrenos durante el tiempo de su administración, y se hiciese cargo de una deuda de siete mil francos, importe de un préstamo que ellos habían hecho con varios bienhechores de la casa: a salvo siempre la condición antes dicha, que, de no cumplirse, transfería automáticamente el dominio de La Navarre al hospital de HyŠres. Decíamos que el iniciador y denodado promotor de esta cesión fue el Obispo de Fréjus y Tolón, monseñor Fernando Terris, convertido en instrumento inconsciente de la divina Providencia. Su primera carta sobre el asunto de la colonia agrícola llegó a manos de don Bosco (**Es13.456**))
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