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((**Es13.365**)pida consejo. Haga lo mismo quien no siente especial inclinación a ningún estado. Y, si uno no se sintiese inclinado, pero sí opuesto al estado eclesiástico, como esta aversión puede ser tentación del demonio, no delibere sin examen, y aconséjese. Otras reglas son los Estatutos Eclesiásticos, la probitas morum (probidad de costumbres), el espíritu de santidad, y ésta sería buena garantía para atraer la bendición del Señor. Yo, por mi parte, doy otra regla para la elección de estado, y es ésta. Póngase en un lugar donde pueda ver un crucifijo y diga: -Dios mío, quiero abrazar el estado que más me haya de consolar en el momento de la muerte. Iluminadme y hacedme conocer vuestra santa voluntad. Rece después un padrenuestro, espere luego un poco, y considere lo que le dice el corazón. Muchos a los que sugerí este medio, se determinaron por un estado contrario al que antes tenían intención de abrazar. El Señor concede estas gracias a quienes se las piden sinceramente resueltos a seguir la llamada de Dios. Hay, además, otra cosa que muchos me han preguntado. Qué diferencia existe entre sacerdote salesiano y sacerdote diocesano. ((**It13.423**)) Yo contesto: ninguna, con respecto a las personas sagradas y a la misa, pues son siempre las mismas personas y siempre la misma misa. Pero hay muchos que se hacen salesianos, a los que yo no aconsejaría hacerse sacerdotes seculares, pues correrían gran peligro. Y éstos son los que experimentaron, en las vacaciones, lo fatal que es para ellos el vivir en el mundo. Me piden consejo y yo les pregunto: ->>Cómo te va en el colegio? >>Estás aquí tranquilo? -El colegio me va siempre muy bien, me contestan, aquí no encuentro ningún peligro, estoy siempre seguro en cuanto a cosas de conciencia. íSólo las vacaciones me resultan fatales! Pues bien, ése, para quien las vacaciones son causa de caídas, >>cómo podrá tenerse en pie estando continuamente en el mundo, y también durante las vacaciones del seminario? Fácilmente será presa del demonio y sus asechanzas. Por el contrario, en la Congregación, podrá llegar a ser un buen sacerdote y salvar su alma. Generalmente se cree que para hacerse religioso se necesita mayor santidad, y no es verdad. Si se es santo, ciertamente es mejor; pero para éste no es tan necesaria la santidad como para uno que vive en el mundo. El Señor le dará sus ayudas según su buena voluntad. Y, por eso, podrá hacerse salesiano, dominico, agustino, franciscano u otra cosa, mientras que no podría ser buen sacerdote en la diócesis. Quien vive retirado en la Congregación, si cae, tiene en seguida quien le levante. La confesión y la comunión frecuentes, la meditación, las visitas a Jesús Sacramentado, las lecturas espirituales, las advertencias de los superiores, las frecuentes conferencias que se dan a todos los hermanos reunidos, le sostendrán y le harán levantarse en seguida de cualquier caída. Esta ventaja no la tiene ciertamente el sacerdote que vive en el mundo. También los aprendices, y no sólo los señoritos estudiantes, tienen que pensar en su vocación, porque, si yo viese en alguno de ellos la voluntad de hacerse salesiano, me lo tomaré muy a pecho y andaré muy solícito para recoger esta perla preciosa y guardarla en el Oratorio. Mientras tanto, todos nosotros pediremos al Señor que cada uno de vosotros saque el mayor fruto posible de los ejercicios espirituales que ha hecho o hará, y se digne asistir a los que ya están encaminados hacia la carrera eclesiástica, e iluminar a los que están por abrazarla o por elegir el estado de vida que sea, a fin de que todos nosotros podamos pasar en la virtud los días de nuestra peregrinación en esta tierra (**Es13.365**))
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