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((**Es13.290**) positivo para que un sacerdote suyo entrase en la Congregación Salesiana>>. Las gestiones eran las que se acostumbra hacer para obtener los informes de oficio. Estos se pidieron primero por escrito y después, al no recibir respuesta, se volvieron a pedir por medio de persona delegada al efecto. Y para bien comprender la posición de don Juan Perenchio, téngase presente: 1.° Que le bastaba estar libre de censura. 2.° Que no necesitaba consentimiento del Obispo para salir de la diócesis, tratándose de hacerse religioso. 3.° Que encontrándose en la primera prueba, esto es, en la primera fase de su carrera religiosa, ya pertenecía a la Congregación Salesiana cuanto era necesario para gozar sus derechos y privilegios, que en aquella condición se le podían comunicar. 4.° Que los Ordinarios no pueden negar las testimoniales a sus súbditos que quieran hacerse religiosos; si las niegan, se recurre a la Santa Sede. ((**It13.333**)) Reanudamos ahora la narración. El mismo día 24 le llegó <> un tercer mandato expreso para que no se permitiera celebrar la misa a don Juan Perenchio, por carecer de los papeles necesarios; ya que el ser aceptado como novicio en la Congregación no le daba derecho a celebrar, si entraba en ella de una manera irregular, a saber, sin las testimoniales de su Obispo. Es más, añadíase: <>. >>Cómo se había enterado la Curia de Turín de la presencia del sacerdote extradiocesano en el Oratorio? Ateniéndonos a lo que entonces se afirmó, tan pronto como don Juan Perenchio salió de su diócesis, la Curia de Ivrea envió a la de Turín un decreto de suspensión a divinis contra él, por la razón de: quem constat esse reum maleficiorum (que consta es reo de delitos). Al decreto iba unida una carta, en la que se pedía permiso para intimárselo por medio del ujier de la Curia de Turín. Se contestó al señor Obispo de Ivrea que se permitía la intimación del decreto, pero no se concedía la función del ujier, puesto que estaba establecido que se hiciese la intimación por un ujier del tribunal civil. >>Dónde, cuándo, por quién se hizo la intimación? Los salesianos nunca lo supieron; preguntado don Juan Perenchio, afirmó no haberla recibido nunca. A pesar de todo, don José Lazzero, de acuerdo con don Miguel Rúa, ordenó a don Juan Perenchio que dejara enseguida de celebrar la santa misa y, para que la cosa no llamase la atención, lo envió a Sampierdarena. Impresionó sin duda a los Superiores la fuerte amonestación final de la carta sobre la vieja cuestión de las testimoniales. Se decía en ella: (**Es13.290**))
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