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((**Es13.263**) -Usted no irá, si antes no le visita el médico y declara que ((**It13.300**)) este viaje no puede perjudicar a su salud. Efectivamente pidió el parecer del médico y éste se lo dio muy favorable. Los sacerdotes y clérigos elegidos parecieron demasiado jóvenes a las personas extrañas; lo mismo se había dicho en voz baja las otras veces; pero ahora lo repetían más abiertamente. Pues bien, de aquellos cuatro sacerdotes, salieron un obispo, don Santiago Costamagna, jefe de la expedición; un inspector de Argentina y más tarde Consejero profesional del Capítulo Superior, don José Vespignani; y un heroico misionero de Patagonia, don Domingo Milanesio, que eran los sacerdotes más jóvenes. De los clérigos, dos fueron sabios organizadores de Inspectorías, uno en Uruguay y Paraguay, don José Gamba, y el otro en Brasil, don Pedro Rota; el tercero llegó a ser celosísimo apóstol del púlpito y del confesonario, el padre Paseri; el cuarto, don Bartolomé Panaro, emuló a don Domingo Milanesio en Chos-Malal y el territorio del Neuquén; el quinto, el padre Galbusera, fue reconocido oficialmente como un competente pedagogo, dirigió muy bien el gran colegio de San Nicolás y, por medio de la escuela, obtuvo resultados sorprendentes entre los encarcelados. Los coadjutores no parecían ser más que unos buenos seglares, de los que no había nada que decir. Queremos mencionar al menos a dos de ellos, a Bernardo Musso y a Bienvenido Graziano, nombres no desconocidos por nuestros lectores 1. El primero fue maestro zapatero durante unos diez lustros y contribuyó eficazmente con su gran caridad y paciencia a educar un buen número de aprendices: le cupo la satisfacción de adiestrar para el trabajo al primer indio de la Pampa central, hijo del cacique y llevado por monseñor Aneyros al colegio Pío IX. Este tipo auténtico de la raza patagónica aprovechó tanto la enseñanza del buen coadjutor, que llegó a ser a su vez maestro zapatero en la escuela profesional de Viedma en Patagonia. Graziano, a quien vimos en Roma en 1875 como brillante oficial del ejército, después de dejar las charreteras y hacer los votos en manos de don Bosco, llevó a aquellas lejanas tierras, con su multiforme ((**It13.301**)) actividad, las más destacadas aptitudes para ejercer las funciones propias de un jefe de oficina, y prestó óptimos servicios en la implantación y organización de las primeras escuelas profesionales salesianas. Después de lo que acabamos de decir, resulta fácil comprender una observación de don José Vespignani que, al dar una sintética mirada 1 Véase Volumen XI, págs. 104 y 245. (**Es13.263**))
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