Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es13.198**) para la Orden. Entre nosotros todavía no ha entrado ninguno de familia noble, muy rico o de gran ciencia; todo lo que se hizo y se aprendió, se aprendió y se hizo aquí. No comprenderá la importancia de este punto quien no haya meditado qué son las Congregaciones o las Ordenes religiosas; pero, quien reflexione sobre las causas de la prosperidad y decadencia de las diversas órdenes y sobre ((**It13.222**)) el origen de algunas escisiones, a las que estuvieron sujetas tantas órdenes, encontrará que esto sucedía por la falta de homogeneidad desde el comienzo de la fundación de la Orden. En el momento decisivo del conde Cays hubo un hecho extraordinario, que pareció predispuesto por la Providencia, para manifestarle la voluntad de Dios. Había acabado el retiro y terminaba la novena; la víspera de María Auxiliadora debía exponer el Conde a don Bosco el estado de su alma. Alguna duda le quedaba. Aquella mañana estaba la antesala del Beato atestada de gente. También el conde Cays esperaba hacía un buen rato su turno, cuando entró una señora de Turín, medio arrastrando, medio llevando en brazos a una hija suya de once años, Josefina Longhi. Esta, víctima del susto que le habían causado unas amenazas, había sido acometida de convulsiones, había perdido la palabra y no podía servirse de la mano derecha, que tenía paralizada. Sus padres, después de consultar a diversos médicos, que le prescribieron curas y medicinas, después de muchas oraciones y promesas, no veían principio alguno de mejora. Hacía un mes que la muchacha no articulaba palabra y se manifestaba en ella una perturbación de las facultades mentales. Entonces la madre, que había oído contar las grandes maravillas que obraba María Auxiliadora por medio de don Bosco, llevó allí a la enferma para obtener su bendición. Pasada casi una hora de espera, se vio a la pobre mujer cómo enjugaba el sudor del rostro de la hija y después la tomaba por un brazo dispuesta a llevársela. Pero el secretario, don Joaquín Berto, le preguntó por qué quería irse ya; a lo que contestó que se le hacía tarde y parecía que la hija sufría esperando por más tiempo, ya que eran muchos los que iban delante de ella. Entonces los presentes se levantaron para contemplar a la enferma y unánimemente se brindaron a cederle el paso, al ver que realmente se trataba de un caso grave. No era posible dudar acerca del mísero estado de la infeliz. El más resuelto a conceder que se le diese la precedencia fue el conde Cays. Siguiéndola con la mirada cuando entraba, dijo para sus adentros: -Si esta niña sale curada, ((**It13.223**)) será para mí una prueba de que la Virgen me quiere salesiano y apartaré de mí toda duda y temor. (**Es13.198**))
<Anterior: 13. 197><Siguiente: 13. 199>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com