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((**Es13.182**) mucho. Parecía que don Bosco viese junto a ella un monstruo dispuesto a descuartizarla. -íFea cosa debe de ser el mundo!, rumiaba en sus adentros la joven mientras volvía a la casa paterna. No fue fácil empresa convencer al párroco y persuadir al padre, pero resultó una lucha bastante corta, pues el 6 de junio, primer viernes de mes, Enriqueta Sorbone ingresaba en Mornese. Estudió, como le había dicho don Bosco, pasó a vivir con las monjas, se examinó de maestra y fue la Vicaria general. Al festejarse, poco ha, el cincuentenario de su cargo, madre Enriqueta nos contaba su historia con muchos otros detalles que hemos omitido; pero hay uno que no queremos pasar por alto, y es que, su padre, después de haberle permitido con indecible sacrificio, pero cristianamente, que siguiera su vocación, se vio premiado por Dios, que le atendió a él y a su numerosa prole de manera y medida muy superior a cuanto jamás nadie pudiera esperar, si la primogénita se hubiese quedado en casa. De ahí se colige cómo el Señor inspiró a su Siervo y al mismo tiempo ((**It13.204**)) bendijo a quien cooperaba con él en la actuación de sus santos designios. La Madre General tenía que visitar no sólo la casa que se iba a abrir, sino también todas las casas ya abiertas. Ella creía verdaderamente que podía dejar de hacerlo, sobre todo las que tenían un Director salesiano como guía; pero don Bosco no era del mismo parecer. El le hizo entender que era mejor que fuera y, además, que se quedara algunos días en aquellas casas, que la experiencia le convencería que las cosas de un Instituto marchan bien, cuando el Superior lleva a menudo la maleta en la mano como un viajante de comercio. Ella era la Madre Superiora y convenía que viese por sus propios ojos cómo eran tratadas sus hijas; si necesitaban algo, si vivían contentas; si trabajaban como quería el Señor, sin perder tiempo, pero sin descuidar las prácticas de piedad y su propia salud; si en todas partes estaba de acuerdo, por cuanto fuera posible el horario del lugar, con el suyo; y muchas cosas más. Además, si los directores tenían alguna dificultad que salvar, algún buen consejo que sugerir, algún deseo que expresar, tendrían así más oportunidad para hacerlo. El ponerse de acuerdo da siempre buenos resultados para el alma y para el cuerpo. Por consiguiente, que fuera a dar su vuelta, que llevara los saludos de don Bosco y dijera a todas sus Hijas que él las bendecía de todo corazón. La madre Mazzarello se atuvo escrupulosamente a estas instrucciones. Y cuando fue a Turín en el verano para la segunda tanda de (**Es13.182**))
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