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((**Es13.161**) Le manifiesto, por tanto, la más profunda gratitud y todos pediremos a la Divina Bondad que quiera conservarnos muchos años a V. E. nuestro insigne bienhechor. Don Juan Cagliero no puede volver en seguida con la expedición del 14 del próximo noviembre; y, por eso, toda su autoridad queda transferida al reverendo don Francisco Bodrato, párroco en la Boca de Buenos Aires; pero, como deseo que todos los salesianos sean sus hijos, confiero a V. E. toda mi autoridad, lo mismo en lo espiritual que en lo temporal, durante el tiempo que residan en el Uruguay. En noviembre partirán seis hermanas y ocho salesianos para Montevideo; los otros irán a Buenos Aires y a San Nicolás. Por su parte, V. E. me hará un gran favor, si me avisa siempre que ocurriere algún desorden entre mis salesianos; y yo haré al punto todo lo posible para poner remedio. Nos encontramos en los comienzos necesitados de todo; ayúdenos V. E. con su protección y nosotros seremos otros tantos brazos en sus manos, para trabajar con todo el celo posible, para ayudar a V. E. a promover la mayor gloria de Dios. Me encomiendo humildemente a la caridad de sus santas oraciones, al tiempo que tengo el alto honor de poderme profesar, De V. E. Rvma. Turín, 30 de septiembre de 1877. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. ((**It13.180**)) 4. Al doctor Eduardo Carranza También el doctor Carranza, presidente general de las Conferencias de San Vicente en Buenos Aires, había escrito al Beato por medio de don Juan Cagliero. Su carta empieza así: <>. Siguen los elogios a don Juan Cagliero, <> todos apreciaban mucho, y que no podían dudar que don Bosco no quisiera devolverlo para llevar a término la obra tan felizmente iniciada. Ilustrísimo doctor Carranza: Entre los medios que Dios suscitó en estos tiempos para bien de la Iglesia y de la sociedad civil, débese contar, y con razón, con la piadosa sociedad, de cuyo Consejo Superior es usted dignísimo Presidente. No hablo del gran bien que esta maravillosa institución realiza todos los días con sus insignes obras de caridad en Buenos Aires y en otras partes: me limito solamente a mencionar lo que hicieron por los salesianos. Estos religiosos llegaron a esa ciudad faltos de todo y ricos únicamente de buena voluntad. Pero afortunadamente encontraron ahí constituida la Sociedad de San Vicente, a sus celosos socios y al doctor Carranza. Ellos tendieron la mano a los peregrinos salesianos, les ofrecieron protección, dirección, consejo, merced a sus cuidados, (**Es13.161**))
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