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((**Es12.84**) Pequeños ardides, pero forman parte del mecanismo que trabaja poderosamente en nuestras casas, y puede afirmarse que son las fuentes que alimentan nuestra Congregación. Muchos jóvenes se resuelven después de estos rasgos de especial confianza que se les da. En este momento asomó a los labios de los reunidos una sonrisa general, y repetía cada uno: -Es verdad; así me cazó a mí... puede decirse que de este modo nos engatusó afortunadamente a todos nosotros... íOjalá pudiéramos atrapar nosotros en nuestra red a muchos otros! Don Bosco, después de una breve pausa, prosiguió diciendo: 4.° Contribuye también mucho el hacer bien las ceremonias litúrgicas, que demuestran el sosiego y santidad con que se debe proceder en el estado eclesiástico, al que tal vez se sienten llamados. 5.° Contribuye inmensamente la promoción del clero infantil. Opino que es un semillero de vocaciones eclesiásticas. El que se reviste de monaguillo, o ve así vestido a su compañero, y le gusta verle hacer bien las ceremonias, hacerlas pausadamente y tener un puesto distinguido en el altar, no puede por menos de sentirse algo inclinado a este estado. Este espectáculo servirá, por lo menos, para romper el hielo del que no puede ver a los curas. Hay también algunos entre nuestros alumnos que, como oyen continuamente en sus casas hablar mal de los curas, los desprecian como gente avarienta; y, por desgracia, pueden haber tenido ejemplos ante sus ojos. Puede que haya en algunos verdadera ojeriza contra los sacerdotes, por no haberlos tratado nunca de cerca. Pero cuando ven aquí a los sacerdotes preocupados por hacerles todo el bien posible y ven después a sus mejores compañeros que tienen el privilegio de vestir de monagos, se forman un alto concepto de este estado. No hace mucho tiempo sucedió el hecho siguiente. Un buen muchacho, verdaderamente bueno, había manifestado deseo de hacerse sacerdote en los primeros meses de su estancia en el Oratorio. Poco tiempo después le pregunté sobre su vocación, y me dijo claramente: -Ya no quiero hacerme sacerdote. ((**It12.90**)) ->>Cómo es eso?, le pregunté; tú tenías vocación. -Pues no; ya no quiero ser sacerdote, replicó resueltamente. Me quedé aturdido; sobre todo porque el muchacho seguía siendo un verdadero modelo de buena conducta. Entonces yo le pedí que me dijera, por favor, qué motivo le había hecho cambiar de parecer. Después de mucho vacilar, me dijo: -Pues mire, fulano me ha hecho ver que todos los curas son malos. No es más que hipocresía lo que aparentan. Tiene él un pariente canónigo y le ha oído contar la vida que se llevan muchos párrocos... que admiten en su casa personas... que viven mal... Antes que ser un cura granuja, no quiero serlo nunca, jamás. Yo quiero salvar mi alma. Le animé a no renunciar tan fácilmente a su vocación, le demostré la absoluta falsedad de lo que le habían dicho y, sin insistir más, le añadí: -Haz lo posible por olvidar lo que ese perverso te contó, no pienses más en ello. Por tu parte, haz así: arrodíllate un instante ante un crucifijo o ante el sagrario y di para ti mismo: -Si yo me encontrara a punto de morir, >>qué desearía haber hecho?(**Es12.84**))
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