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((**Es12.58**) poseía en sumo grado el sentido histórico. No nos sorprende, pues, ver que en el orden del día se incluyera también la propuesta de nombrar un archivero de la Congregación, cuyo cometido fuese recoger las memorias y preparar la materia que, a su tiempo, pondría el historiador en obra. Pero, entre tanto, urgía redactar las crónicas locales. Por eso, cada director debía tomar nota de las cosas principales de su colegio, sin omitir nada de cuanto don Bosco hiciese o dijese en sus frecuentes visitas. Y, si las circunstancias se lo impidieran, que encargasen de ello a algún hermano, proporcionándole la manera de estar informado. Escríbase, pues, ante todo, un resumen de la historia del colegio, indicando con exactitud el cómo y el cuándo de su fundación y todo acontecimiento de relieve, sin excluir las circunstancias que causaron aumento o disminución del alumnado, desde el principio hasta el momento actual. A continuación se registrarán los hechos más salientes, a medida que sucedieron. Al terminar un cuaderno, hacerlo copiar con buena letra en un libro grande, que no debería salir nunca del colegio, y, en cambio, enviar el cuaderno a la casa madre. íQué tesoro tendríamos hoy, si todos hubiesen puesto manos a esta obra; si, al correr de los años, no hubiese quedado sepultado todo en el olvido; si el abandono no hubiese dejado perecer casi todo lo poco que se había hecho! El exceso de trabajo es ciertamente una válida circunstancia atenuante, pero no quita, ni aligera la pena, ni tampoco impide expresar el deseo y el encarecido ruego de que se piensa algo más en la historia, que no es un vano entretenimiento de gente ociosa, sino vehículo de la tradición, escuela de la experiencia y estímulo para mayores éxitos. Asuntos y temas relacionados con el Reglamento ocuparon el resto de la sesión. En las dos conferencias anuales y en otras extraordinarias se había ido aglomerando en torno al Reglamento ((**It12.58**)) todo un cúmulo de deliberaciones, que intentaban aclarar ciertos puntos; pero que, por no recordarlas fácilmente, caían en el olvido, y nadie las observaba. Don Miguel Rúa examinó las actas, seleccionó estas deliberaciones, las juntó formando un cuerpo de notas explicativas del mismo Reglamento, las dividió por capítulos, las clasificó por materias y las presentó a la asamblea para su examen. Después de quitar, añadir y cambiar lo que se creyó conveniente, se decidió imprimir un librito y enviarlo a todas las casas. Del acta de esta primera discusión resaltan sólo tres cosas: una modalidad, una añadidura y una digresión. De las normas arriba mencionadas, una serie concernía expresamente a los directores; pareció oportuno que éstas no fueran del dominio(**Es12.58**))
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