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((**Es12.541**) en nuestra mente, y sea único el espíritu de piedad, que guíe nuestros actos. Ut una sit fides mentium et pietas actionum (Feria 5.¦ post. P.). La unidad de fe, que es el fundamento del catolicismo, la unidad en obrar el bien tan recomedada en los Libros Sagrados, predicada por Jesucristo y por los Apóstoles, inculcada en todos los tiempos por aquellos que el Espíritu Santo puso para regir la Iglesia de Dios, es la que en este momento me recomiendo a mí mismo y os recomiendo a vosotros, venerados señores. Siguiendo el ejemplo de los fieles de la Iglesia primitiva, formemos también nosotros un solo corazón, una sola alma para apartar los graves peligros, que nos rodean. Pero, así como en tiempo de la vida mortal del Salvador, los Apóstoles se reunían a su alrededor como centro seguro y maestro infalible; así como después de él los verdaderos creyentes para no errar se mantuvieron estrechamente unidos a Pedro y a sus sucesores en el gobierno de la Iglesia; así todos nosotros cerremos filas alrededor del digno sucesor de Pedro, alrededor del grande y esforzado Vicario de Jesucristo, el fuerte e incomparable Pío IX. En toda duda, en todo peligro acudamos a El, como al áncora de salvación, como al oráculo infalible, y nunca olvide nadie que en este portentoso Pontífice está el fundamento, el centro de toda verdad, la salvación del mundo. Quien recoge con El edifica para el Cielo; quien no edifica con El, desparrama y destruye hasta dar consigo en el abismo. Qui mecum non colligit, disperdit. Si por ventura en este momento pudiese llegar mi voz hasta ese Angel Consolador, querría decirle: Beatísimo Padre, escuchad y acoged con agrado las palabras de un hijo pobre, pero afectísimo a Vos. Nosotros ((**It12.642**)) queremos asegurarnos el camino que nos conduzca a la posesión de la verdadera felicidad; por eso todos nos reunimos en torno a Vos, cual Padre amoroso y Maestro infalible. Vuestras palabras serán la guía de nuestros pasos, la norma de nuestras acciones. Vuestros pensamientos, vuestros escritos serán recogidos con la máxima veneración y con viva solicitud difundidos en nuestras familias, entre nuestros parientes, entre nuestros amigos y, si fuera posible, por todo el mundo. Vuestras alegrías serán también las de vuestros hijos y vuestras penas y vuestras espinas serán igualmente compartidas por nosotros. Y, así como redunda en gloria del soldado morir en el campo de batalla por su Soberano, así será nuestro más glorioso día aquel en que podamos dar por Vos, Beatísimo Padre, haberes y vida, porque muriendo por Vos, tenemos una prenda segura de morir por aquel Dios, que corona los momentáneos sufrimientos de la tierra con los eternos goces del Cielo. 9 Carta del Arzobispo de Turín al Papa Beatísimo Padre: Con esta carta expongo a V. S. la intención y el deseo de retirarme de este puesto de Arzobispo de Turín, donde las dificultades son diez veces más graves y numerosas de lo que yo esperaba, y me faltan las fuerzas mentales, físicas y económicas para vencerlas. Cuanto más avanzo por este camino más me escasean los recursos para cumplir mis deberes como sería de desear, sintiendo que se me merma. y escapa de las manos la autoridad. Me he puesto con toda la voluntad a hacer el bien y desterrar el mal que, como diocesano de Turín, deploraba en ella, pero mis atenciones y mis (**Es12.541**))
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