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((**Es12.52**) -Alguno, alguno había; eran pocos, pero no digo más. Entonces le preguntaron que les dijese si estaban ellos entre los perros mudos. El siervo de Dios respondió de una manera muy genérica, haciendo observar que era necesario estar sobre aviso para evitar las murmuraciones y, en general, todos los desórdenes, y sobre todo las malas conversaciones. -íAy del sacerdote y del clérigo, dijo, que estando encargado de la vigilancia ve los desórdenes y no los impide! Deseo que todos sepan y entiendan que con la palabra <> yo no entiendo indicar solamente a los que cortan trajes, sino que me refiero a toda palabra, a todo mote, toda conversación que pueda hacer frustrar en un compañero el fruto de la palabra de Dios. Además, quiero hacer constar que es un gran mal el permanecer mano sobre mano cuando se conoce algún desorden, sin hacer nada para impedirlo o no procurar que lo ataje quien debe y puede hacerlo. Uno de los más inquietos dirigió al siervo de Dios una pregunta bastante atrevida: ->>Y por qué don Julio Barberis entra en el sueño? Usted dijo que había algo para él y él mismo parece que se esperaba un buen estacazo... El propio don Julio Barbaris estaba presente y, al principio, parecía que don Bosco se resistía a contestar. Pero después, habiendo quedado con el Beato algunos sacerdotes nada más; y como por otra parte el interesado mostrase su conformidad, el Beato dijo: -Es que Don Julio Barberis no predica bastante sobre este punto, no insiste sobre esto cuanto fuera de desear. Don Julio Barberis manifestó que ni en el año pasado, ni durante el año ((**It12.50**)) en curso había tratado con detención estas materias en sus conferencias a los novicios; sintióse, pues, complacido al recibir esta observación y la tuvo presente para el porvenir. Dicho esto, subieron todos las escaleras y, después de besar la mano a don Bosco, cada uno se retiró a descansar. Todos, menos Barberis que, según lo acostumbrado, acompañó al siervo de Dios hasta la puerta de su habitación. Don Bosco, al comprobar que estaba aún preocupado y que no habría podido dormir por la impresión recibida por las cosas expuestas, le hizo entrar en su despacho, cosa desacostumbrada en él, diciéndole: -Ya que tenemos todavía tiempo, demos algunos paseos por la habitación. Y así continuó hablando con él por espacio de media hora. Entre otras cosas le dijo:(**Es12.52**))
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