Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es12.497**) -He venido para hablar contigo. íCuántas veces hemos conversado juntos en la tierra! >>No recuerdas cuánto me amabas, cuántas pruebas de estima y de afecto me diste? >>Y yo no correspondí acaso a tus desvelos? íQué gran confianza puse en ti! >>Por qué, pues, temes? íEa! Pregúntame algo. Entonces, cobrando un poco de ánimo, le dije: -Es que... no sé dónde me encuentro, por eso estoy temblando. -Estás en una mansión de felicidad, respondióme Domingo, en donde se gozan todas las dichas, todas las delicias. ->>Es éste, pues, el premio de los justos? -No, por cierto. Aquí no se gozan los bienes eternos, sino sólo, aunque en grado sumo, los temporales. -Entonces, >>todas éstas son cosas naturales? -Sí; aunque embellecidas por el poder de Dios. -íY a mí que me parecía que esto era el Paraíso!, exclamé. -íNo, no, no!, repuso Savio. No hay ojo mortal que pueda ver las bellezas eternas. ->>Y estas músicas, seguí preguntando, son las armonías de que gozáis en el Paraíso? -íNo, no, ya te he dicho que no! ->>Son armonías naturales? -Sí, son sonidos naturales perfeccionados por la omnipotencia de Dios. -Y esta luz que sobrepuja a la luz del sol >>es luz sobrenatural? >>Es luz del Paraíso? -Es luz natural aunque reavivada y perfeccionada por la omnipotencia divina. ->>Y no se podría ver un poco de luz sobrenatural? -Nadie puede gozar de ella hasta que no llegue a ver a Dios sicut est. El más ínfimo rayo de esa luz quitaría al instante la vida a un hombre, porque no hay fuerzas humanas que la puedan resistir. ->>No puede haber una luz natural más hermosa que ésta? -íSi supieras! Si vieras solamente un rayo de sol, llevado a un grado superior a éste, quedarías fuera de ti. ->>Y no se puede ver al menos una partícula de esa luz que dices? -Sí que se puede ver y tendrás la prueba de lo que digo. Abre los ojos. -Ya los tengo abiertos, contesté. -Pues fíjate bien y mira allá al fondo de ese mar de cristal. Tendí la vista y al mismo tiempo apareció de improviso, en el cielo ((**It12.590**)) y a una distancia inmensa, una fugaz centella de luz, sutilísima como un hilo, pero tan brillante, tan penetrante que di un grito que despertó a don Juan Bta. Lemoyne, aquí presente, que dormía en una habitación próxima a la mía. Aquel destello de luz era cien millones de veces más clara que la del sol y su fulgor bastaría para iluminar el universo entero. Un instante después abrí los ojos y pregunté a Domingo: ->>Qué es esto? >>Tal vez un rayo divino? Savio contestó: -No es luz sobrenatural, si bien, comparada con la terrestre, le supera mucho en fulgor. No es más que la luz natural elevada a un mayor esplendor por la omnipotencia divina. Y aunque imaginaras una inmensa zona de luz semejante a la centellita que acabas de ver al fondo de esta llanura, rodeando todo el universo, no por eso llegarías a formarte una idea de los esplendores del Paraíso. -Y vosotros, >>qué gozáis en el Paraíso? -íAh! Es imposible querértelo explicar; lo que se goza en el Paraíso no hay mortal (**Es12.497**))
<Anterior: 12. 496><Siguiente: 12. 498>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com