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((**Es12.474**) Pero muchos dicen: -íEstando en la Congregación ni siquiera se puede ir a casa a ver a los parientes y amigos! ->>Qué parientes y qué amigos? Estos son aquéllos de los que debemos guardarnos más, cuando se trata de la vocación. Decía san Alfonso: Parentes hostes animae sunt. Y aún los que tienen buena intención, muchas veces, con sus consejos, ponen delante las mayores dificultades a quien quiere entregarse del todo a Dios. -Nosotros hemos hecho mucho por ti, es justo que ahora tú nos ayudes; y además está escrito: honra al padre y a la madre. -Santo Tomás contesta que en el asunto de la vocación los padres no nos comprenden y son nuestros enemigos. In negotio vocationis parentes amici non sunt, sed inimici. Y dijo esto al explicar aquel texto del Evangelio: Inimici hominis domestici eius. Los de casa buscan las más de las veces quae sua sunt, non quae Jesu Christi (lo suyo, no lo de Jesucristo). Hablan de los intereses terrenos, piensan y aspiran a las comodidades de la tierra. Irá un pariente a ver a un religioso y le dirá: ->>Por qué estarte aquí? Podrías ir a casa con tu padre, con tu madre, que tanto te quieren; en tu pueblo podrías encontrar un empleo más lucrativo; >>y no se podría también hacer un gran bien en la diócesis? Y se oyen palabras similares hasta a personas de consideración y de buena fe, pero que no entienden nada de vocación. >>Pero qué casa? >>Qué casa? También yo he ido a casa, he estado un día o dos, hice lo que tenía que hacer, y después volví al Oratorio. Y los parientes me dicen: -Podrías quedarte un poco más; ítambién aquí hay muchachos que necesitan ser educados! Pero yo contesto: -Mi deber me llama al Oratorio. Si aquí hay muchachos que necesitan ser educados, supliré de alguna otra manera, también por medio de otros; pero, íyo tengo que estar donde Dios me ha colocado! En esto debemos hacer como el divino Salvador, cuando, a la edad de doce años, lo perdieron su madre ((**It12.562**)) María y su padre putativo José. >>Es que ellos no le querían con toda su alma? íCuánto lo buscaron, cuánto lo lloraron! Y cuando, al cabo de los tres días, le encontraron en el templo, le dijeron: ->>Y por qué te has hecho buscar tanto tiempo: >>No sabes lo afligidos que te buscábamos? A lo que Jesús les respondió: ->>Por qué me buscabais? >>No sabíais cuál era la voluntad de mi Padre? Quid me quaerebatis? Nesciebatis quia quae Patris mei sunt, in iis oportet me esse? Así tenemos que responder nosotros a quien nos quisiere apartar del estado, del lugar en el que el Señor nos quiere. ->>No sabéis que yo debo hacer la voluntad de mi Padre Celestial? >>No sabéis que yo debo pensar en las cosas que atañen a la mayor gloria de Dios y no a mi padre o a mi madre? María Santísima se calló al oír esta respuesta, dice el Evangelio, y grabó hondamente estas palabras en su corazón para poderlas meditar. Un día predicaba Jesús a una gran masa de pueblo y fueron a verle su Madre y sus hermanos, o primos, para hablarle y El no les hacía caso. María Santísima no pudo acercarse a El, y le mandó recado. Entonces alguien le tiró del manto y le dijo: -Mater tua et fratres tui quaerunt te. ->>Y quién es mi madre, quiénes mis parientes? Y tendió las manos hacia la muchedumbre que lo rodeaba, exclamando: -En verdad os digo que todos los que oyen la palabra de Dios, y la practican, son mi madre y mis hermanos. (**Es12.474**))
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