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((**Es12.42**) Fue un acontecimiento extraordinario el de la expedición de misioneros a América. Ninguna otra partida semejante había armado tanto ruido. Don Bosco repartió a centenares la fotografía que aparece en la portada del presente volumen, para sus felicitaciones de Navidad y Año Nuevo. Después de su llegada a Buenos Aires la Unit… Cattolica abrió una sección con el título <>, en la cual, a partir del 20 de enero, comenzó a publicar una serie de relaciones, que se esperaban con impaciencia y se leían con avidez; los números, que las contenían, corrían de familia en familia por Turín, con lo cual iba en aumento la tirada del diario. Además, la Misión Salesiana volvió a levantar por aquellas lejanas tierras el buen nombre del clero italiano, no siempre bien representado por allá; aquella expedición despertó en Italia, y fuera de ella, extraordinario fervor por las misiones extranjeras; en la Congregación muchos envidiaban a sus hermanos que habían ido y cansaban al Beato con peticiones de ir ellos también. * * * Terminaremos este capítulo de la misma manera que lo hemos comenzado, esto es, escuchando una vez más la palabra del Siervo de Dios dicha en la intimidad. Se trata de una conversación con don Julio Barberis el 21 de enero. Afirmó un día el Beato sobre don Julio Barberis, hombre sencillo, recto y piadosísimo: -Barberis ha entendido a don Bosco. El, que, hasta donde fuera posible, prefería para el gobierno hombres de sólida virtud más que intelectuales, se entretenía de buen grado con Barberis hablando de cosas íntimas. Aquella noche, después de cenar, le habló en estos términos: -íCuánto queda por hacer, querido Barberis, cuantísimo! Estaba yo esta tarde, como casi todos los días, sentado a las dos y cuarto en mi escritorio; ((**It12.39**)) no me he movido hasta las ocho; y, sin embargo, no he podido despachar todo. Tengo todavía la mesa cubierta de cartas, que esperan contestación. Y no se puede decir que yo escriba despacio. íPasan hojas y hojas por los puntos de mi pluma! Me doy cuenta de que, a fuerza de práctica y de acosarse una cosa tras otra, he adquirido tal rapidez que dudo pueda darse mayor. Pero... hagamos lo que se pueda ad maiorem Dei gloriam, y lo que no se pueda, habrá que tener paciencia y dejarlo correr. Al llegar aquí don Julio Barberis lo interrumpió augurándole muchos años y buena salud, para que pudiese lograr despachar muchos de estos grandes asuntos, y don Bosco replicó:(**Es12.42**))
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