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((**Es12.35**) sin que pueda ir nadie aun de lejos ((**It12.30**)) a administrar los Sacramentos a los que los necesitan. Para su inmensa diócesis necesitaría quinientos Salesianos, por lo menos, trabajando con celo. íYa veis qué escasez de sacerdotes por aquellos países! íAnimo! Aprovechad los dos medios que os he indicado y espero que a muchos de vosotros concederá el Señor esta gracia tan grande y os dará la fuerza suficiente para ir después, andando el tiempo, a ejercer el ministerio eclesiástico en aquellos lugares en donde hay tanta necesidad. No olvidéis los consejos que os he dado para conservar la salud. Buenas noches. En la segunda plática el Siervo de Dios tomó pie de la novena de san Francisco de Sales para dar a los muchachos normas prácticas sobre la frecuencia de Sacramentos y la necesidad de pensar con tiempo sobre la vocación, exhortándolos por fin a ser caritativos con los compañeros y a soportar con paciencia las incomodidades del invierno. Mañana comenzamos la novena de san Francisco de Sales. Verdad es que hubiera debido comenzar hoy para celebrar la fiesta en el día en que cae; mas, para mayor comodidad, la celebraremos el domingo en lugar del sábado y éste es el motivo por el que comenzamos la novena mañana. La fiesta de San Francisco de Sales es nuestra fiesta titular, la que da título al Oratorio que, por eso, se llama Oratorio de San Francisco de Sales. Hemos de celebrarla con la mayor solemnidad y devoción posible; por tanto, prepárese cada uno en esta novena lo mejor que pueda para lograr que resulte de verdadero provecho para su alma. Lo que más os recomiendo en esta novena, como generalmente en todas las demás, es lo que ahora os propongo. Tenga cada uno su conciencia arreglada de tal modo que pueda comulgar cada mañana. En cuanto a la frecuencia de la comunión, hable cada uno de ello y entiéndase con el confesor, y acérquese a la sagrada mesa las veces que él le indique. Pero lo que nunca hay que olvidar es mantener constantemente la conciencia en tal estado como para poder comulgar todos los días. Pero es bueno que os hable de un inconveniente, que ya hemos tratado otras veces. La sacristía está a menudo tan llena de muchachos esperando a confesarse, que casi no es posible atravesarla. Hay algunos que no van con la intención de confesarse, sino de estar calientes. Esto no sería un gran mal, pues su fin sería evitar el frío, ya que quien está frío, helado, no puede hacer nada. Pero no es éste el motivo. Si verdaderamente hiciese tanto frío en la iglesia como para quedarse uno helado, ésos tendrían razón para obrar así, pero, como en la iglesia hace bastante calor, no es de alabar este modo de omitir ((**It12.31**)) el rezo de las oraciones comunitarias. Si alguno tuviera realmente frío, hable conmigo, con don César Chiala o con don Antonio Sala, y ya les proporcionaremos una estufilla para llevarla consigo a la iglesia... Pero, aparte bromas, os diré que éste es un inconveniente y no pequeño. Ocurre, ya hace tiempo, que bastantes muchachos, generalmente mayores, querrían confesarse conmigo, pero van a la sacristía y al verla llena, dicen: -Hoy no puedo confesarme, vendré otro día. O bien se ven obligados a cambiar de confesor ante el gran número de los que siempre me rodean.(**Es12.35**))
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