Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es12.34**) qué no se ponían la de invierno, me contestaron que por un solo motivo, a saber, porque no tenían camisetas, ni jersey, ni nada más. Si hubiese alguno en tal estado, que lo diga y, lo mismo que se proveyó de ropa a otros compañeros suyos, también se le proveerá a él. Mirad, son cosas pequeñas, que se descuidan fácilmente, y se pueden atrapar ciertos resfriados, ciertos constipados que después no se curan ni poco ni mucho. Os ruego que cumpláis mis avisos, porque, lo sabéis, yo quiero que tengáis el alma bien; y digo el alma, porque así también podréis tener bien el cuerpo. Dios mira por sus hijos. Como ya sabéis, hemos recibido cartas de nuestros misioneros desde Río de Janeiro, primera tierra que vieron después de San Vicente, la última isla de Cabo Verde. Cuentan muchísimas cosas curiosas; que estuvieron once días sin ver más que cielo y agua; que tuvieron mar picada y quién más, quién menos, todos se marearon. ((**It12.29**)) Refieren muchas otras cosas que ahora no os digo, pero que os las leerán mañana después de las oraciones de la noche desde este mismo sitio. Esta carta, fechada el 8 de diciembre, la hemos recibido el miércoles 5 de enero, de modo que estuvo de viaje casi un mes. Dicen que, cuando lleguen a Buenos Aires, nos volverán a escribir, y esta carta ya debe estar viajando. Calculando que la escribieran el 13 o el 14 de diciembre, nosotros la recibiremos, si Dios quiere, el 14 ó 15 de este mes, esto es, dentro de ocho días. Como ya os dije, estas cartas se imprimirán y, así, el que quiera podrá enviarlas a su casa y después, en su día, con ellas y otros documentos relacionados con esta misión, se podrá escribir un librito, que gustará leer. Don Juan Cagliero os agradece mucho las oraciones y comuniones que habéis hecho por él y atribuye los éxitos y facilidades tenidas y el próspero viaje a las oraciones de los queridos muchachos del Oratorio. Dice también que el día de la Inmaculada Concepción celebró la misa y precisamente la aplicó para vosotros y para todos los de la Congregación. Pide después encarecidamente que sigáis rezando. Comulgad, pues, alguna vez por él y por los misioneros compañeros suyos, no digo mañana, sino a vuestra comodidad. Los que no puedan comulgar, hagan una visita al Santísimo Sacramento e imploren del Señor las gracias que necesitan los misioneros y que les recompense los grandes sacrificios que han hecho. íSon sacrificios muy grandes! íSe han expuesto a los peligros de un viaje largo y peligroso para ganar almas a Dios! íHan dejado a sus compañeros y parientes, todo, para seguir las huellas de Jesucristo y llevar su religión a aquellos lejanos países! Para todo esto se hicieron grandes sacrificios de gastos y cosas. Os pido, pues, yo también muy mucho, que comulguéis una vez o hagáis una visita a la iglesia y aun las dos cosas juntas. íQué felicidad poder recibir en nuestro corazón al Divino Redentor! Al Dios que nos debe dar la fortaleza y constancia necesaria en todos los momentos de nuestra vida. El sagrario, es decir, Jesús Sacramentado, que se guarda en nuestras iglesias, es fuente de bendiciones y de gracias. Está expresamente en medio de nosotros para consolarnos en nuestras necesidades. Creedlo, queridos hijos, el que es devoto del Santísimo Sacramento, es decir, el que comulga frecuentemente con las debidas disposiciones, y el que va a visitar a Jesucristo en el Sagrario, éste tiene una prenda segura de su eterna salvación. Otra cosa más nos cuenta don Juan Cagliero, y no quiero callárosla. Los misioneros fueron a ver al Obispo de Río de Janeiro, capital del imperio de Brasil. Los trató estupendamente y, entre otras cosas, les dijo llorando que, en su seminario, no tiene más que cinco seminaristas y que tiene ya más de cuarenta parroquias sin párroco y(**Es12.34**))
<Anterior: 12. 33><Siguiente: 12. 35>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com