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((**Es12.308**) como Turín aquello resultaba verdaderamente providencial para las familias, que no podían tener a los hijos encerrados en casa ni vigilarlos en la calle; pero resultaba sobre todo una verdadera bendición para los mismos muchachos. Solía ser el tiempo para pescar muchos pececillos, que nunca iban a confesarse. íCuántos de ellos no habían ido nunca a recibir el sacramento de la penitencia! Al preguntarles desde cuándo no se habían confesado, la mayor parte contestaba: -Desde Pascua. De suerte que, sin aquellos cursillos estivales, no se habrían preocupado por acercarse a los sacramentos antes de la Pascua siguiente. De aquella manera, por el contrario, se ofrecía a sus parroquias la ocasión de comuniones generales y se preparaba convenientemente a los no confirmados para recibir la confirmación. Verdad es que, a los pocos meses, no se volvían a ver las caras de aquellos alumnos improvisados que tornaban a quedarse sin guía ni freno; pero, mientras tanto, habían adquirido un discreto conocimiento de la religión, habían tomado la saludable costumbre de los sacramentos, ya no tenían respeto humano ni el tonto miedo del confesor. Este fue el motivo por el que don Bosco, mientras las circunstancias se lo permitieron, mantuvo, a costa de cualquier sacrificio, estas escuelas de verano. El Ayuntamiento de Turín solía concederle algún subsidio para ellas; pero en 1876 se negó a ello. Invitó a aquellos señores ((**It12.359**)) a visitarlas, pero no acudieron. Entonces don Bosco, deseoso de saber la causa de aquella novedad, se presentó al alcalde y, cuando fue recibido, le dijo: -Nosotros hacemos lo que podemos para remediar una necesidad de la ciudad. Pero resultan muy grandes los gastos para que un ciudadano privado pueda sostenerlos; con todo, con que sus señorías me presten alguna ayuda, por pequeña que sea, estoy dispuesto a hacer este sacrificio. Parecía que el alcalde no sabía qué contestar; pero, como don Bosco insistiera, le dijo que pasara al despacho del conde Riccardi, encargado de dar respuesta a aquella cuestión. ->>Pero voy en nombre de usted?, preguntó don Bosco. -Puede usted ir en ni nombre, porque le corresponde a él dar respuesta a esto. ->>No tendría alguien que me acompañara, para que el Conde esté convencido de que voy enviado por una autoridad? ->>Y a quién quiere que le mande? -íBasta un ordenanza! El alcalde le proporcionó uno. Llegado don Bosco al despacho del (**Es12.308**))
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