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((**Es12.305**) tanto que hacer, que no se sabe por donde empezar para librarnos de nuestras ocupaciones, haya quien peque de ocio? Respecto a los jóvenes, me parece que trabajan, que estudian y que en el recreo no pierden el tiempo. Yo no sabía explicarme aquello. Pero me fue respondido: -Y con todo, se pierden muchas medias horas. ->>Y de la gula?, me decía yo. Parece que entre nosotros no se pueden cometer pecados de gula aunque uno quiera. No tenemos ocasión de faltar a la templanza. Los alimentos no son regalados, ni tampoco las bebidas. Apenas si se proporciona lo necesario. >>Cómo pueden darse casos de intemperancia que conduzcan al infierno? De nuevo me fue respondido: -íOh, sacerdote! Tú crees que tus conocimientos sobre la moral son profundos y que tienes mucha experiencia; pero de esto no sabes nada; ((**It12.355**)) todo constituye para ti una novedad. >>No sabes que se puede faltar contra la templanza incluso bebiendo inmoderadamente agua? Yo, no contento con esto, quise que se me diese una explicación más clara y, como estaba el refectorio aún iluminado por la Virgen, me dirigí lleno de tristeza al Hermano Miguel para que me aclarase mi duda. Miguel me respondió: íAh, querido, en esto eres aún novicio! Te explicaré, pues, lo que me preguntas. -Respecto de la gula, has de saber que se puede pecar de intemperancia, cuando, incluso en la mesa, se come o se bebe más de lo necesario; se puede cometer intemperancia en el dormir o cuando se hace algo relacionado con el cuerpo, que no sea necesario, que sea superfluo. Respecto al ocio has de saber que esta palabra no indica solamente no trabajar u ocupar o no el tiempo de recreo en jugar, sino también el dejar libre la imaginación durante este tiempo para que piense en cosas peligrosas. El ocio tiene lugar también cuando en el estudio uno se entretiene con otra cosa, cuando se emplea cierto tiempo en lecturas frívolas o permaneciendo con los brazos cruzados contemplando a los demás; dejándose vencer por la desgana y especialmente cuando en la iglesia no se reza o se siente fastidio en los actos de piedad. El ocio es el padre, el manantial, la causa de muchas malas tentaciones y de múltiples males. Tú, que eres director de estos jóvenes, debes procurar alejar de ellos estos dos pecados, procurando avivar en ellos la fe. Si llegas a conseguir de tus muchachos que sean moderados en las pequeñas cosas que te he indicado, vencerán siempre al demonio, y con esta virtud alcanzarán la humildad, la castidad y las demás virtudes. Y si ocupan el tiempo en el cumplimiento de sus deberes, no caerán jamás en la tentación del enemigo infernal y vivirán y morirán como cristianos santos. Después de haber oído todas estas cosas, le di las gracias por una tan bella instrucción, y después, para cerciorarme de si era realidad o simple sueño todo aquello, intenté tocarle la mano; pero no lo pude conseguir. Lo intenté por segunda vez y por tercera, pero todo fue inútil: sólo tocaba el aire. Con todo yo veía a todas aquellas personas, las oía hablar, parecían vivas. Me acerqué a don Víctor Alasonatti, a don Domingo Ruffino, a mi hermano, pero no me fue posible tocar la mano a ninguno de ellos. Yo estaba fuera de mí y exclamé: -Pero >>es cierto o no es cierto todo lo que estoy viendo? >>Acaso éstas no son personas? >>No los he oído hablar a todos ellos? El Hermano Miguel me respondió: -Has de saber, puesto que lo has estudiado, que hasta que el alma no se reúna (**Es12.305**))
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