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((**Es12.291**) Siempre dispuesto a no hacer caso de cualquier falta de miramiento con su propia persona, don Bosco desplegaba la mayor firmeza cuando andaban en juego los derechos de la Congregación. ((**It12.338**)) Los ejercicios de la sección de aprendices se cerraron el domingo, 18 de junio, por la mañana. Aquel día debía celebrarse una ceremonia todavía más solemne. Cuanto más se encarnizaba el enemigo del bien por sembrar odio contra el Papa, tanto más se empeñaban los católicos por buscar ocasiones para rendir homenaje al Vicario de Jesucristo. El Padre Santo cumplía su trigésimo aniversario de pontificado; y una duración tan larga de reinado pareció motivo justo para llamar la atención de los buenos y dar gracias al Altísimo en todas las partes del mundo. El año trigésimo primero comenzaba precisamente el día 16; pero los Obispos trasladaron la conmemoración al domingo 18 para facilitar la afluencia de los fieles. El Arzobispo de Turín envió una carta de invitación al clero y al pueblo para elevar públicas oraciones a Dios por el Papa, en la que decía, entre otras cosas: <>. En el Oratorio hubo una gran fiesta con comunión general y misa cantada a las diez con música selecta. Después de las vísperas solemnes predicó el teólogo Belasio, el cual entusiasmó al auditorio y conmovió al final a los muchachos con las palabras de despedida que les dirigió en la víspera de su salida, tras haberles predicado los ejercicios. Durante su estancia en el Oratorio el teólogo Belasio había concebido un noble plan. La veneración que sentía por don Bosco lo indujo a intentar la aproximación del corazón del Arzobispo y del Siervo de Dios. El buen Teólogo había tenido en otros tiempos relaciones amistosas con el Arzobispo; por lo que le parecía que tenía la puerta abierta. La entrevista tuvo lugar al salir de Turín o al poco tiempo; de todos modos no cabe duda que inmediatamente después del coloquio ((**It12.339**)) no volvió a ver a don Bosco. En aquella conversación comprendió suficientemente dónde estaba el nudo de la cuestión: creía Monseñor que don Bosco no respetaba suficientemente su autoridad y temía comparecer como el ejecutor de su voluntad, de suerte que viniese a ser como el vicario puesto por el Señor para regir su Iglesia. El Teólogo (**Es12.291**))
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